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jueves, 26 de julio de 2018

Merecido descanso

Ya sabéis lo que me gustan los vehículos en fotografía nocturna. Creo que es de lo que más me gusta porque es de lo que mejor refleja el trabajo de iluminación realizado sobre ellos. 

Si sigues este blog y recuerdas alguna de las fotos de vehículos que he subido habrás podido comprobar que todas tienen algunas cosas en común: decadencia, ruina, abandono. Todos son vehículos que en mayor o menor medida están tan deteriorados que es prácticamente imposible sacarles partido para otra cosa que no sea chatarra. Bueno, o para darles luz con una linterna... De hecho, para nosotros, cuanto mayor sea el estado de deterioro, mejor. Cuanto más destrozado e inutilizable se encuentre, más partido le sacaremos. Ahora bien, todo hasta un cierto límite. Esto lo digo porque creo que el coche que aquella noche retratamos es el padre de los coches destrozados con los que nos hemos encontrado. El estado en que se encontraba era tal que cuando lo vi de día me pregunté si realmente podríamos conseguir esa noche que ese montón de chatarra quemada y destrozada pareciera un coche. Pero ya que lo habíamos encontrado, había que intentarlo, ¿no crees?

La tarde en la que Felipe y yo quedamos era la de un día cuya previsión nocturna era de cielos despejados. Si conoces mis gustos fotográficos, sabrás que los cielos despejados sólo me gustan, bien para sacar la vía Láctea, bien para auroras boreales. Pero como apetecía hacer fotografía nocturna, le dimos un poco al coco para ver qué podíamos hacer sin que el cielo nos fastidiara el plan. Nos acordamos de una localización en la que había un coche metido en un recinto cerrado, por lo que podríamos olvidarnos del cielo y centrarnos en iluminar el coche y, si merecía la pena, el recinto en el que el vehículo se encontraba.

Recogí a Felipe pronto. La idea era llegar con tiempo a la zona para inspeccionarla en condiciones y localizar el coche, pues ni él ni yo habíamos estado antes y no sabíamos de las dificultades para encontrar a la que sería nuestra nueva víctima nocturna.

Como imaginábamos, llegar hasta el coche (el que no funciona) desde el punto en que debíamos dejar el coche (el que sí funciona) no iba a ser cosa de varios pasos, pero con lo que no contábamos era con encontrarnos con caminos con puertas cerradas. Por ello tuvimos que ingeniárnoslas para encontrar un punto en el que dejar nuestro vehículo y que estuviera lo más cerca posible de nuestro destino. Así hicimos y, 15-20 minutos más tarde nos estábamos bajando de nuestro coche con GPS en mano dispuestos a hacer la (según como se mire) poca distancia que nos indicaba el navegador que había hasta el cacharro. Lo que no imaginábamos era que el camino hasta allí sería poco explorado y, lo que es peor, con pendiente alta.

Decidimos ir sin mochilas pues era muy pronto y lo único que podríamos hacer a esas horas era inspeccionar el terreno y confirmar si merecía la pena o no nuestro viaje.

Fue pesado, bastante pesado llegar. Pero finalmente lo hicimos y encontramos el montón de chatarra. El bicho en cuestión estaba en una especie de garaje. Imagino que hacía muchos años que debió de ser abandonado allí. Tras revisarlo decidimos que esa noche habría linternas iluminándolo. 

Media hora mas tarde estábamos desandando nuestros pasos. Una vez abajo pensamos que sería buena idea ir a tomar algo mientras esperábamos a que anocheciera. Lo cierto es que sentados en una terraza picando algo se hacía duro pensar en volver de nuevo hasta donde estaba nuestro preciado descubrimiento, pero era a lo que habíamos ido, y una vez vencida la pereza, nos pusimos de nuevo en camino. 

Curiosamente la subida se hizo menos dura que por la tarde. Quizá porque sabíamos lo que íbamos a encontrarnos y que algo bueno podríamos llevarnos a casa. Cuando llegamos, no tardamos mucho en ponernos manos a la obra. Primero un encuadre, luego otro, y luego otro. Con distintas focales: 16 y 14 mm. No teníamos prisa y queríamos explotar lo que ese cacharro podía darnos. 

La iluminación que elegimos para este viejo coche fue fría, salvo para los faros, para los cuales elegimos linternas cálidas. Nos repartimos el trabajo. Uno se encargaría de iluminar los faros y una de las paredes, y el otro de la carrocería del coche y de ayudar con otra de las paredes. Al principio hubo que hacer varias pruebas para poder pillar el punto adecuado de iluminación. Pero una vez conseguido prácticamente todas las tomas siguientes fueron válidas.

Estuvimos, si no recuerdo mal, más de 2 horas. Tres encuadres, cambios de cámaras y objetivos hacen que haya que emplear bastante tiempo, pero éste pasó volando. Es lo que tiene pasártelo bien y disfrutar. No eres consciente de lo rápidamente que los minutos se consumen.

Cuando nos sentimos satisfechos con lo que llevábamos en nuestras tarjetas recogimos y nos volvimos a nuestros coche. Ya teníamos lo que queríamos. El esfuerzo hecho había merecido la pena y ya podíamos dejar tranquilo a ese pobre 600. tanto él como nosotros nos habíamos ganado un merecido descanso.

Aquí acabó nuestra aventura nocturna. Como siempre, si tenéis dudas sobre cómo hicimos la foto, lanza tu pregunta y te responderé lo antes posible. 

Gracias por tu atención, y ¡hasta pronto!

Los datos EXIF:

mara: Canon 6D 

Focal: 16 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/8
ISO: 400



jueves, 19 de julio de 2018

Se avecina tormenta

Son muchas las veces en las que, en este blog, y cuando de voz he tenido oportunidad, he comentado, he insistido, hasta el punto de ponerme pesado con el asunto, que cuanto mejor se prepare la fotografía nocturna, mejores serán los resultados. Entre todo lo que es recomendable que preparemos, hay un elemento muy importante: la previsión meteorológica. Cuando se trata de fotografía de paisaje, obviamente, las condiciones meteorológicas van a marcar el estilo de la foto que obtendremos. Es por ello que, dependiendo del tipo de foto que vayamos buscando, tendremos que elegir, tanto nuestro destino, como el día (o, mejor dicho, la noche) en que ir a sacar nuestra foto.

Ahora bien, la Meteorología no es una ciencia exacta, y la información que nos dan las aplicaciones o páginas web usadas para conocer la previsión del tiempo no siempre es exacta. De hecho, a veces no es demasiado aproximada.

Esa noche nos pasó esto mismo. Salí con 2 antiguos compañeros de fotografía nocturna. Dos personas con quienes entré en este mundillo, y con quienes hacía años que no salía. La idea para esa noche era fotografiar la Vía Láctea. Hasta ese momento no había sacado la galaxia en lo que iba de año, así que ya había ganas. Por ello elegimos un punto en el que la previsión daba cielos prácticamente despejados.

Quedamos pronto. El plan era poder ver la zona para preparar bien la foto. Según íbamos llegando al sitio nos íbamos dando cuenta de que quizá lo que íbamos buscando no iba a ser lo que encontráramos. Y cuando llegamos, prácticamente habíamos descartado sacar fotos de la Vía Láctea. Es cierto que era pronto cuando llegamos, y que el cielo podría cambiar bastante, pero no menos cierto es que el cielo iba cambiando de color, pero ese color se iba tornando oscuro... oscuro de nubes de tormenta. 

Pensé entonces que la opción que se nos planteaba podría no ser tan mala. Al menos, a nivel fotográfico, porque lo cierto es que pensar en campo, árboles y tormenta puede intranquilizar incluso al que tiene más temple.

Según iba poniéndose el sol, según iba oscureciéndose el cielo, empezamos a ver los primeros relámpagos en el horizonte, hacia donde las nubes se movían. Los relámpagos dieron lugar a rayos. Esto se empezaba a poner bien. De pronto alguien llamó la atención del resto para que nos girásemos. Entonces pudimos ver que había más de una tormenta. Y, para colmo, se dirigía hacia nosotros. Como aún estaba lejos nos centramos en la que nos interesaba, la que estaba en dirección contraria y, una vez elegido el árbol que más nos atrajo, decidimos volver al coche a por mochilas y trípodes.

Por lo que os he comentado arriba, podréis imaginar que la situación en la que nos encontramos era una situación de tarde de tormenta. Y rara es la tormenta que no vaya acompañada de lluvia y de viento. Y ésta no iba a ser la excepción. La lluvia hizo acto de presencia al poco de volver al coche a por nuestro material fotográfico. Por suerte, nos dio tregua para tomarnos un bocadillo, algo que, sí o sí, debíamos hacer antes de ponernos a sacar fotos pues, una vez que te pones a disparar, no sabes cuándo vas a parar (¿recordáis lo de las patatas Pringles y el anuncio ese que decía algo así como "cuando haces Pop ya no hay Stop"? Pues con esto de las fotos, es algo así :-) ).

Como digo, cuando acabamos con el bocata, empezó a llover... y a llover bien. Por suerte nos pilló en el coche, así que pudimos esperar allí hasta que cesara la lluvia. 

Cuando la lluvia nos permitió salir, decidimos volver hasta donde estaba el árbol de la foto. Allí sacamos nuestros trípodes, colocamos nuestras cámaras, y empezamos a calcular los parámetros más adecuados a la situación. En esta ocasión decidimos que el tipo de luz que mejor iba a ir a la foto sería blanca, así que sacamos linternas de luz blanca y flashes. Sí, flashes. ¿El motivo? Enseguida os lo cuento.

Como os comentaba arriba, uno de los 2 elementos que nunca suele faltar en una noche de tormenta es el viento. Y esa noche éste tampoco quiso perderse la fiesta. Que haya viento no es un gran problema. Ahora bien, con los parámetros que teníamos de exposición, por culpa del viento, si iluminábamos con linternas, el suelo, pero sobre todo las ramas y hojas del árbol, saldrían tan movidas que en la foto aparecería una mancha verde bastante poco agradable. Por ello decidimos jugar también con flashes. El flash tiene la facultad de congelar el movimiento debido a que un disparo consiste en luz muy potente emitida en un cortísimo intervalo de tiempo. 

No fueron necesarias muchas pruebas (no más de 10) . Finalmente el esquema de iluminación fue el siguiente: para congelar el árbol, disparo de flash. Lo ideal es disparar sólo una vez para que la sensación de congelación sea mayor.

Para el suelo, linterna blanca potente. En este caso usamos linterna pues queríamos repartir bien la luz, y como las plantas del suelo no se movían mucho con el viento, decidimos que esta opción no era mala.

Quizá os preguntéis qué pasó con la tormenta que se dirigía hacia nosotros. No le perdimos la pista ni un momento pero, por suerte, fue cambiando de dirección y pasó a nuestro lado.

Sobre la foto sólo un detalle más. Si miráis los parámetros podréis ver que el ISO no es demasiado agresivo. El motivo es que en el momento de sacar esta foto no había una completa oscuridad pues, aunque el sol había desaparecido hacía ya un rato, en el cielo aún quedaba restos de su luz.

Como de costumbre, cualquier pregunta, podéis hacerla por aquí y, en cuanto pueda, os respondo.

¡Hasta pronto!

Los datos EXIF:

mara: Canon 6D 

Focal: 20 mm 
Exposición: 20 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 400