La foto de esta noche podría decirse que es una marca hecha en la lista de localizaciones pendientes de visitar. Cuando por 2012 empecé a interesarme por la fotografía nocturna, recuerdo que ya había bastante gente que llevaba un tiempo dándole a esta disciplina. En distintos foros fotográficos y grupos de Facebook, estos fotógrafos iban publicando sus fotos para enseñarnos sus logros y, en la mayoría de los casos, para dejarnos a los que estábamos empezando con la boca abierta. Recuerdo que entre aquellas fotos, había algunas que me llamaban muchísimo la atención. En ellas se mostraban olivos secos que, debido a sus diversas formas, me recordaban mucho a aquellos que podían verse en las películas del oeste. Y la verdad es que no andaba muy lejos de aquella idea, pues se trataba de olivos fotografiados en los escenarios cinematográficos de Tabernas, un pueblo almeriense donde, desde hace muchos años, se graban películas de Hollywood, y donde, en su momento, se filmaron muchos grandes éxitos del cine conocido como Spaghetti Western.
De entre todos los árboles que entre esas fotos aparecían, había uno que era más fotografiado que el resto. Y no me extraña, pues se trataba de un árbol con una forma muy peculiar. Lo que también recuerdo de aquellos días es que pensé que algún día tenía que fotografiar ese árbol.
Han pasado los años, he hecho decenas de salidas fotográficas, he recorrido miles de kilómetros por toda España para disfrutar de mi afición, pero no fue hasta el año pasado cuando decidí que tenía que conocer Tabernas y llegar hasta ese olivo, si es que aún existía. Además, se me ocurrió que ese árbol, bajo la Vía Láctea, podía quedar espectacular. Por otro lado, no recordaba (no digo que no existiera, sino que no recordaba) haber visto una foto del olivo acompañado del arco de estrellas de la Galaxia, por lo que había un aliciente más para fotografiarlo. Así que en un viaje organizado a Cabo de Gata pensé que esa era una buena oportunidad para hacer una parada en Tabernas, y conocer, no sólo el dichoso árbol, sino el propio desierto, que seguro que sería muy interesante.
La única noche del viaje que iba a pasar en Tabernas, la del viernes en que bajaba a Andalucía, iba a ser la única oportunidad que tendría para poder sacar la foto que iba buscando. Vamos, que sería un todo o nada. Esa noche, ya frente al olivo, pude entender por qué no había fotos, o no demasiadas, del árbol con Vía Láctea: la contaminación lumínica que había a la derecha, originada posiblemente por la ciudad de Almería, hacía que ese lado de la Vía, justo la parte del Centro Galáctico, se perdiera bajo una mancha naranja. Además, fui tarde, lo suficiente como para que la Vía hubiese "girado" tanto como para que el C.G. se colocara justo encima de esta gran cantidad de luz. Aun así hice lo que pude, pero el revelado de la foto no me convenció en absoluto y me emplacé a volver el año siguiente, intentando hacer lo posible por que la contaminación lumínica no me fastidiara la foto. Se me ocurrieron 2 cosas: la primera, ir antes, no sólo en hora, sino en fecha del año, pues la Vía no estaría tan a la derecha como me la encontré. La segunda, valorar la opción de comprarme un filtro que pudiera reducir la cantidad de luz naranja.
Un año después, después de buscar la mejor fecha para bajar, me encontraba de nuevo frente al árbol. En esta ocasión las cosas eran distintas a las del año pasado. Por una lado, la fecha. Casi un mes antes que el año anterior, por lo que la Vía se encontraba más cerca del horizonte y más a la izquierda. La segunda, la hora. En cuanto hubo anochecido, allá que fui. La tercera, un filtro que posiblemente iba a ayudarme a reducir la cantidad de contaminación lumínica. Por otro lado, este viaje me iba a dar 2 noches en Tabernas, lo que significaba 2 oportunidades para poder arreglar en una hipotética segunda noche lo que la primera no pudiera sacar. En esta ocasión, además iba a intentar hacer la foto con mi nuevo juguetito: el MSM tracker del que os hablé la semana pasada y cuya experiencia podéis leer en esta entrada. Esto último era bastante arriesgado pues ésta iba a ser mi primera foto panorámica (y casi mi primera foto, en definitiva). Así que no andaba muy suelto con el cacharro y, aunque la teoría la conocía casi a la perfección, la práctica podría dárseme muy diferente.
Así que fui montando el aparato y, una vez hechas las comprobaciones de nivelado y una vez alineado el aparato con la Estrella Polar, empecé mi foto. Las primeras impresiones fueron buenas. Hacer una foto a 3 minutos con un aparato que va siguiendo el recorrido de las estrellas y que, tras esos 3 minutos, puedas comprobar que las estrellas aparecen en tu foto sin casi rastro de traza, como si fueran puntos, es una experiencia totalmente nueva para mí. Y es una experiencia muy agradable, todo sea dicho. Si, además, te encuentras en un silencio casi absoluto, asociado al conjunto noche + naturaleza, en el que lo único que oyes es el sonido del tracker (un sonido similar al de un grillo por la noche, muy apropiado para el momento) a veces roto por algún coche que pasaba por la carretera que había a unos 300m, es casi inevitable o, al menos lo es para mí, que aparezca una sonrisa en tu cara.
Sonrisa que en un momento determinado desapareció cuando ese silencio del que os hablo se vio roto por el sonido de pasos de algo moviéndose por entre los arbustos que había detrás de mí a unos 20 o 30 metros de donde yo me encontraba.
La noche tiene eso. Momentos de silencio absoluto en los que, de pronto, oyes unos pasos, un sonido de arbusto agitándose o algo similar. Generalmente suele ser algún conejo, algún gato, algún animal pequeño. Por el volumen del sonido puedes intuir que se suele tratar de algo así.
Pero esta vez el sonido era más fuerte. Como si el animal ya no fuera un roedor, o un felino, sino algo más grande. Algo considerablemente más grande. Dicho sonido me sobresaltó, y cuando me giré, al principio no vi nada, pero pasados unos segundos, puede ver claramente unas sombras moviéndose... y eso no era ni un conejo ni un gato. Como acto reflejo me llevé las manos al botón que encendía mi frontal y lo pulsé, haciéndose la luz. Luz que apunté a las sombras que tenía frente a mí. Y mi sorpresa, y mi susto, fueron considerables. Frente a mí tenía una pareja de jabalíes que se quedaron parados y que miraron hacia donde veía la luz que les apuntaba. Uno de ellos me gruñó... y eso me gustó muy poco. Decidí apagar la luz, y los jabalíes avanzaron unos metros hasta meterse entre unos arbustos.
En ese momento se me planteaban 2 opciones. La primera, hacer como si no hubiera visto nada y seguir con mi foto (de la que aún me quedaban muchas tomas que hacer), olvidándome de que, donde hacía 5 minutos estaba yo solo, ahora éramos 3. La segunda, recoger, volverme al coche, e irme a dormir, aceptando que esa noche tampoco me iba a llevar el arbolito en mi tarjeta. El sentido común y las pocas ganas de tener problemas me dijeron que la segunda tenía que ser la opción ganadora, así que recogí todo lo rápido que pude y, sin hacer demasiado ruido, por eso de no molestar a mis nuevos vecinos, me volví al coche.
Esa noche me fui bastante fastidiado a la cama. Un viaje planificado para hacer esa foto y me iba a ir de nuevo sin ella. Durante la mañana siguiente le estuve dando vueltas y finalmente decidí que debía volver e intentar, al menos, llevarme esa foto (lo cierto es que hacer una panorámica con el tracker no te da mucho tiempo para hacer mucho más).
Cuando empezó a anochecer volví hasta el árbol. Con las últimas luces del día hice un reconocimiento del terreno para asegurarme de que, al menos en ese momento, no había nadie (ni nada) más allí. Eso me gustó, pero sabía que esa felicidad podría ser transitoria y que, en cualquier momento, podría recibir la visita de la familia Pork. Pensé que lo mejor era no perder mucho tiempo y montar el tracker para que, cuando llegara la noche, la cosa fuera más o menos rápida y pudiera volverme al hotel pronto. Llegado el momento, empecé a hacer fotos, poniendo ojos, oídos y atención, no sólo a lo que estaba haciendo, sino a la posible presencia de visitantes. Poco a poco fueron saliendo las fotos, aunque tuve que repetir más de una pues el tracker, debido a que va girando, pierde el nivelado con respecto al suelo, lo cual no es bueno para sacar una foto panorámica. Además, tener que tocar la rótula para girarla sobre la plataforma Z puede hacer que haya algún desajuste que haga que en la foto no salgan las estrellas como puntos. Primero hice la panorámica del cielo. Ocho fotos de 3 minutos cada una con sus repeticiones. Después coloqué el trípode en la posición que más correcta me parecía para poder sacar las fotos del árbol. Esta vez, 7 fotos para sacar el árbol y el suelo. Todas iluminadas, e intentando que esta iluminación fuera lo más parecida posible entre cada toma para ponérselo más fácil al programa que uniría cada una para formar la panorámica.
Sobre esta iluminación, toda está hecha con linterna de baja potencia, pues para este árbol no era necesario mucho más, y toda está hecha desde la derecha.
La foto que publiqué hace un par de semanas fue mi segunda experiencia con el MSM. La foto de hoy fue mi primera experiencia haciendo un arco de Vía Láctea. Creo que para ser la primera no está mal. Cierto es que, como con todo, necesito más práctica, especialmente para coger soltura y para poder tener controlados, en la medida de lo posible, aquellos puntos en los que el MSM flaquea, que son algunos. Pero debo decir que estoy bastante satisfecho con el resultado obtenido en esta foto.
Dicen que a la tercera va la vencida. Y, en realidad, ésta era la tercera noche que intentaba hacer la foto que tenía en mente. Creo que con ésta, con la tercera, me voy a dar por satisfecho. Eso no quiere decir que no tenga pensado volver a esta localización. En absoluto. Quiero volver, aunque para intentar hacer otras fotos que tengo en mente y con otras condiciones. Pero lo dejo para otra ocasión ;-)
Como siempre, cualquier duda que pueda resolver, comentádmela y tan pronto pueda, os responderé.
Muchas gracias por leer el post y hasta pronto.