• Siguenos en Flickr
  • Siguenos en Blogger

jueves, 19 de diciembre de 2019

Con permiso de la luna

Hace unos años, cuando aún llevaba poco tiempo metido en la fotografía nocturna, un primo mío me habló de un sitio que él pensaba que podría ser ideal para visitar por la noche. Deberíamos ir al Meandro del Melero, me dijo. Hasta ese momento no había oído hablar de ese lugar. Me enseñó las fotos del meandro y pensé que podía ser un sitio con mucho potencial fotográfico. Sólo había una pega que hacía que visitar ese sitio no fuera tan fácil como la mayoría de los sitios que solíamos visitar: el meandro se encuentra entre Cáceres y Salamanca, por lo que hacer una escapada como las que generalmente solemos hacer, de esas de ir y volver en el mismo día, me parecía que era demasiada (e innecesaria) paliza para el cuerpo. Así que la única opción que me convencía era la de hacer noche allí. Sólo quedaba encontrar el mejor momento para hacer el viaje.


Pasaron los años, llegó el verano de 2019, y se me ocurrió que este año tenía que ser el momento de hacer esa fotografía. Así que se lo comenté a varias personas aficionadas a la fotografía nocturna. De entre todos, César Vega me comentó que le parecía bien el plan. Él llevaba tiempo queriendo visitar por la noche ese lugar. Así que hablamos para organizar una salida nocturna en la que haríamos noche no demasiado lejos del meandro.

Encontramos hotel, reservamos habitación, y un viernes por la tarde quedamos al salir de nuestros respectivos trabajos para ir al meandro. El viaje se nos hizo corto. Lo cierto es que cuando el plan es bueno, el tiempo de viaje pasa volando. Y este plan tenía buena pinta.

Nuestro primer destino fue el hotel. Pensamos que era buena idea pues según la reserva había una hora límite de ‘check-in’. Además, queríamos dejar todo lo innecesario en la habitación. Por otro lado, debíamos cambiarnos de ropa. Íbamos a andar por campo, y era importante poder estar con ropa cómoda para este fin.

Desde el hotel nos fuimos directamente al meandro. Al llegar aún era de día (y todavía quedaba tiempo hasta que se hiciera de noche; cosas del verano), y consideramos importante ver con luz de sol dónde íbamos a ir, cómo estaba el terreno e, incluso, los posibles encuadres para la foto de por la noche.

El camino hasta el meandro no es complicado, pero lo fue mucho más de lo que yo esperaba. Hasta un cierto punto el camino es muy sencillo, pero luego se complica bastante y hay que ir especialmente despacio si no quieres que una visita a la zona te cueste unos neumáticos o, lo que es peor, una llanta. Quince minutos más tarde, llegamos. El sitio nos pareció espectacular. Además, el río llevaba agua. No tanta como la que habíamos visto en otras fotos, pero más que suficiente para sacar algo decente. Vimos los posibles encuadres para por la noche y, como nos sobraba tiempo, decidimos bajar hasta el pueblo más cercano donde, en un bar-restaurante, nos comimos un bocata tranquilamente. Cuando hubimos terminado y empezó a anochecer, nos montamos en el coche y volvimos a subir hasta el meandro.

El primer problema con que nos encontramos fue uno que ya conocíamos. Esa noche era noche de luna. Sin embargo, para nuestra suerte, a una hora determinada, cerca de las 2, la luna se pondría, y sería el momento en que podríamos hacer foto. Mientras tanto nos tocaba hacer tiempo montando el equipo para hacer fotos panorámicas, decidiendo cuál sería la mejor forma de hacer la fotografía panorámica, y haciendo alguna prueba.

Es curioso lo rápido que desaparecen el sol y la luna cuando quieres sacar un atardecer, o un atardecer lunar, y necesitas que no se pongan muy rápido, y lo lento que se mueven cuando necesitas que no estén. Además, en nuestro caso necesitábamos que la luna desapareciera por completo. Os explico ahora mismo por qué.

La típica fotografía del meandro del Melero se toma apuntando la cámara en dirección este. Esto quiere decir que tanto el sol como la luna se van a ocultar por detrás de ti. Pero justo detrás de ti hay una montaña, por lo que, según va bajando la luna, la sombra de la montaña va avanzando hacia el horizonte. Y esto se traduce en que durante todo ese tiempo de bajada de la luna, esa sombra va cubriendo poco a poco todo el meandro. ¿Qué quiero decir con todo esto? Que hasta que la luna no bajó lo suficiente, su luz no dejó de iluminar el meandro.

Además de todo esto, teniendo en cuenta que nosotros queríamos sacar una foto del meandro con la Vía Láctea por encima del mismo, necesitábamos que la luna desapareciera pues cuanta más luz diera al cielo, peor iba a verse la Vía Láctea.

Por fin llegó el momento en que la luna desapareció por completo y el meandro se quedó en absoluta oscuridad. Era el momento de empezar a hacer fotos.

Como os comenté más arriba, mi intención fue hacer una fotografía panorámica. Después de darle vueltas, decidí que lo mejor era tirar hacer una foto de 14 fotografías divididas en 2 filas de 7 fotos. La fila superior sería para obtener toda la Vía Láctea, mientras que la fila inferior sería para sacar todo el meandro. Ahora bien, ésta era la primera vez que montaba una fotografía panorámica en 2 filas y no tenía muy claro cómo quedaría el montaje final.

La fila de abajo, como acabo de decir, es la fila de fotos para sacar el meandro. En el momento en que me puse a sacar las fotos para la fila de abajo la oscuridad era casi completa. Por ello decidí subir el ISO para estas fotos, las que disparé para el suelo. Suponiendo que el ruido en la foto sería muy alto, decidí tirar varias fotos iguales para cada una de las 7 tomas que hice para la fila inferior, para luego, en el procesado en casa, apilarlas y así reducir el ruido.

Estuvimos hasta más tarde de las 3 de la mañana disparando fotos. Al final, más tiempo de organización y pruebas que de estar sacando fotos, pero creo que mereció la pena la espera.

A pesar de todo lo que os cuento, la parte más complicada la tuve en casa cuando quise montar las 14 fotografías, pues, ni Photoshop ni PTGui eran capaces de montar de una tirada  las 14 fotos. Así que decidí unir, por un lado, las 7 fotografías que tiré para sacar el cielo, y por otro lado las 7 fotografías (ya procesadas para eliminar el ruido) que saqué para el suelo. Esto me devolvió 2 fotografías panorámicas que, usadas como capas en Photoshop, pude montar intentando ajustar la parte más alta de la vía con el centro del meandro, para conseguir el resultado que veis en la foto final.

En fin, una noche de viernes muy interesante, donde me divertí mucho en el meandro del Melero, una de esas joyas que tenemos en este país. El sitio, como deduciréis de mis palabras, es espectacular. Ojalá con esta foto haya conseguido transmitiros algo de la belleza del lugar. 

Como siempre, si tenéis alguna pregunta sobre cómo está hecha la foto, no dudéis en soltarla. Por último, os dejo los datos EXIF de las fotos tomadas.

¡Hasta pronto!

Los datos EXIF:

mara: Canon 6D 

Para el cielo: 7 fotos, con los siguientes parámetros
Focal: 16 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/2.8

ISO: 3200

Para el meandro: 21 fotos, con los siguientes parámetros
Focal: 16 mm 
Exposición: 61 sg 
Apertura: f/2.8

ISO: 6400



martes, 10 de diciembre de 2019

Alto Voltaje

El verano de 2019 ha sido de bastante actividad fotográfica para mí. No sólo fotografía nocturna o de paisajes, sino también urbana. El año pasado se me metió en la cabeza que en el siguiente tenía que intentar aprovechar un fenómeno que suele darse con mucha frecuencia en las tardes y noches de verano: las tormentas eléctricas. Y, aunque siempre se puede exprimir mucho más el tema, no voy a quejarme, pues a éstas, a las tormentas, algo de provecho les he podido sacar.

La fotografía que hoy os enseño fue tomada la noche en que una DANA pasó por Madrid. No sé si os sonará el término DANA... hoy en día es muy posible que  sí. Para seros sinceros, yo aprendí lo que era en esos días, pues hasta entonces no había escuchado ese término en mi vida. O sí, pero no lo recuerdo. Ya puestos, os comento que DANA son las siglas de Depresión Aislada en Niveles Altos. Si no estoy equivocado, se trata de lo que, hasta ahora, yo conocía como gota fría, y que este año yo he escuchado que la llamaban con un término nuevo que, como digo, yo no conocía. En fin, que me desvío del tema...

Esa tarde yo salía de trabajar y pude comprobar en mi coche que, efectivamente, esa tormenta de verano iba a ser más fuerte de lo habitual: lluvia muy intensa, granizo y enormes balsas de agua en muchos puntos de la carretera e, incluso, de la ciudad. Digo que efectivamente pude comprobar, pues la noche anterior, viendo la previsión meteorológica, ya se daba una idea de que en la zona centro de la península se iba a producir lo que finalmente tuvimos. Esa noche pensé en diferentes opciones para, llegado el caso, poder aprovechar los posibles rayos que podría haber si esa tormenta pasaba por la tarde-noche por Madrid. Una de esas opciones era el encuadre que hoy os traigo, en caso de que algún rayo quisiera caer en Madrid. Y, ¡vaya si hubo rayos!

Cuando salí de trabajar, viendo el panorama que había, decidí que me quedaba con la opción de intentar sacar una foto en un encuadre que me apetecía mucho, pues llevaba ya mucho tiempo viendo esta foto hecha por diferentes y muy buenos fotógrafos. Yo quería mi versión y, ¿por qué no intentarlo una tarde de agosto en la que, con un poco de suerte, podría llevármela a casa con rayos y todo?

Pues bien, llegué a casa, cogí la cámara, trípode, ropa impermeable, me volví a meter en el coche y me fui hasta el puente desde el que se hace esta foto, el puente que está al lado del hospital Ramón y Cajal, en Madrid, concretamente en el punto 40.487458, -3.696915.

Durante todo el camino estuve pensando si realmente mi idea era buena pues os puedo asegurar que con el estado de la carretera, y con la que estaba cayendo, la idea de quedarse en casa tirado en el sofá con el mando de la tele en una mano y escuchando cómo caía la lluvia en la calle me parecía mucho más atractiva. Pero el sonido de cada trueno, y el resplandor de cada relámpago me volvían a poner de nuevo sobre el camino de la fotografía... aunque estuviera lleno de balsas de agua.

Al llegar hasta el mismísimo puente seguía lloviendo con muchísima intensidad. Sin embargo, tenía que reconocer el terreno. Así que bajé del coche, y fui corriendo al puente. Vi que no había nadie (normal, con la que estaba cayendo...), y corriendo me volví al coche. Sí, me volví. Pero es que llovía tanto, y había tal viento, que no tenía sentido montar el trípode pues estaba convencido de que no iba a sacar ninguna foto en condiciones. Decidí esperar y comprobar si la lluvia iba a menos o, si por el contrario, iba a más. 

Esperé bastante metido en el coche, preguntándome a ratos si lo que estaba haciendo no sería la tontería del mes, a la vez que volvía a mi cabeza la imagen mía tirado en el sofá con el mando de la tele. En un momento determinado el ruido de la lluvia cayendo sobre el techo y el parabrisas del coche fue menor. Fue en ese momento cuando vi que la puerta del Mercedes blanco que estaba aparcado enfrente de mi coche se abría, y un tío con un trípode en la mano y una mochila, salía del Mercedes, lo cerraba y corriendo se iba al puente. Éste es el momento, pensé.

Hice lo propio, y en un minuto llegué al lado del conductor del Mercedes blanco:

- Hola (dije)
- Hola (contestó)
- Vaya tarde, cómo cae, ¿eh?
- Sí, cae fuerte

Y me puse tranquilamente a desplegar las patas de mi trípode. Según hacía esto, de pronto, un rayo espectacular apareció detrás de la torre de la derecha. Mi compañero de fotos esa tarde y yo nos miramos con los ojos abiertos.

- ¡Ostras! (dije yo)
- Ese ha sido gordo (dijo él)

Y en algo menos de un minuto terminé de montar la cámara en el trípode, poner el disparador, el portafiltros, el filtro de 6 pasos, y hasta me dio tiempo a ponerle funda de lluvia a la cámara y a quitársela intuyendo que no me iba a ser de mucha utilidad.

Lo siguiente fue hacer pruebas con diferentes parámetros hasta encontrar aquellos con los que más cómodo me sentí. Una vez encontrados, disparar, disparar, y disparar. Y durante todo este tiempo, rayos enfrente de mi objetivo. La mayoría de ellos cruzaban el cielo de izquierda a derecha, y por encima de mi encuadre, por lo que no pude capturarlos. Pero hubo 3 que cacé en diferentes disparos. Uno de esos 3, el que podéis ver en la foto.

En esta foto me encontré principalmente con una dificultad: las luces de los coches que venían de frente. En la mayoría de las fotos esas luces se quemaron. Y no porque disparara a un ISO muy alto (100), ni porque tuviera un diafragma muy abierto (f/8). Ni siquiera porque hubiera mucho tráfico de salida de Madrid. El problema fue que, debido a la lluvia y a que la calzada estaba bastante mojada, los coches iban muy despacio. Al ir muy lentos la cantidad de luz acumulada era enorme. Intenté encontrar diferentes opciones, pero ninguna me satisfizo. Por ejemplo, disparar durante menos tiempo del que estaba disparando (30 s) y subir ISO o abrir diafragma. No me convencía pues muy probablemente el posible rayo que apareciera se quemaría, y no creía que las luces de los coches saldrían menos quemadas. Además, con menos tiempo muy posiblemente habría muchas trazas de luces incompletas. Cerrar diafragma y aumentar el tiempo de exposición me gustaba más, pero quizá los rayos, que en el fondo son un fogonazo en un instante de tiempo, saldrían con bastante menos fuerza... El caso es que en alguna foto, las luces sí salieron correctamente expuestas, y eso coincidió con que pasaron muy pocos coches durante esos 30 segundos, o que iban más rápidos. Debido a todo esto que os cuento, en esta foto no tuve esa suerte con las luces de los coches que venían hacia mí y decidí tomar esas luces de alguna de las fotos siguientes en las que sí salieron bien expuestas.

La mayor parte del tiempo que estuve en el puente sólo fuimos 2 personas las que estábamos con trípode. Más tarde se apuntaron 2 más. Que fuéramos tan pocos es algo totalmente impensable, por lo que tengo entendido (ésta era la primera vez que estaba en este puente), pues en días más tranquilos para tomar esta foto, en el puente se llena de gente. 

Tuve suerte también con las personas que simplemente pasaban de un lado a otro del puente, pues también fueron pocas. Estas personas, aunque pueda resultar difícil de creer, al pasar cerca de tu trípode ayudan a que haya trepidación en el puente, por lo que, si en ese momento estás disparando foto, ésta se puede arruinar por completo.

No recuerdo el tiempo que estuve allí. Entre una y dos horas. Y, la verdad, me alegro mucho de haber ido: no tuve que "pegarme" para conseguir sitio, cacé rayos, trazas de coches... en fin, creo que la ocurrencia acabó con buen resultado. A mí me gustó la experiencia, y creo que mereció la pena. Espero que a ti también te guste la foto.

¿Tienes alguna duda con la realización de la foto? ¿Habrías cambiado algo de los parámetros que yo usé? Escríbeme y te responderé lo antes posible.

Muchas gracias por haberme leído, y ¡hasta pronto!

Los datos EXIF:

mara: Canon 6D 

Focal: 28 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/8
ISO: 100





martes, 3 de diciembre de 2019

Ice on earth


En febrero de 2018 hice, junto a César, Javier y Alfonso, un viaje a Islandia que podríamos llamar "express". Lo llamo así porque duró 3 días. Teníamos ganas de ver aurora boreal y se nos ocurrió que podríamos intentar hacernos una escapada. La idea sería centrarnos en una zona concreta, que pudiera dar juego durante esos 3 días y, quien sabe, si teníamos suerte, quizá conseguir ver el cielo verde.

Islandia es un país en el que, dependiendo del momento en que vayas, puedes llevarte estampas muy diferentes del mismo lugar.

Sabíamos que, yendo en febrero, encontraríamos el país con mucha nieve, algo muy diferente de lo que ya habíamos visto algo más de 2 años antes, cuando viajamos por primera vez a Islandia en noviembre. Lo que no imaginábamos, o al menos yo no, es que nos íbamos a encontrar un país completamente blanco. Blanco por culpa de la nieve, y blanco también por culpa del hielo. Fueron muchas las zonas en las que nos encontramos hielo. Concretamente, en zonas en las que hubiera grandes concentraciones de agua. Y una de esas concentraciones de agua era el lago que había al lado del Kirkjufell, esa famosísima montaña islandesa que seguro has visto en fotos y/o documentales.

Aquella noche aprovechamos que, entre las nubes, una tímida luz verde se dejaba ver por detrás de la montaña. Había que aprovechar para buscar un encuadre algo diferente a lo típico. Así que nos dirigimos al lago que había al otro lado de la carretera. Allí pudimos ver que las bajas temperaturas habían actuado sobre el agua. Una gran cantidad de trozos de hielo provenientes del lago, que en algún momento debía de haberse congelado, se amontonaban en la orilla y fuera del lago, en la tierra.

Pensamos que había que aprovechar este escenario, pues no sabíamos cuánto iba a aguantar la aurora detrás de la montaña. Así que en un momento determinado coloqué mi trípode a baja altura entre esos trozos de hielo y apunté hacia la mítica montaña. Debido a que la luz no era especialmente fuerte decidí disparar una exposición larga sabiendo que esto iba impedir sacar una luz con alguna forma definida, es decir, que se podría ver más como un resplandor en el cielo. Sin embargo, el resultado fue mejor de lo esperado. La luz verde apareció entre los huecos que las nubes, que se movían hacia nosotros, dejaron, y el resultado, una vez visto en la pantalla, me gustó bastante, la verdad. Varios disparos más tarde, ya tenía mi foto. A por otro encuadre :-)

Con nubes, sin nubes, con lluvia, sin lluvia, y, por supuesto, con aurora boreal o sin ella, Islandia es un país que no deja indiferente. No me canso de decir que es el paraíso del fotógrafo de paisaje, pues ofrece una infinidad de posibilidades. Cinco son las veces que he visitado este país, y ya tengo ganas de poner fecha a la sexta, pues en mi mente existe una sexta vez.

Mientras llega ese momento, no me quedará otra que seguir viendo ese país en fotos que, si son propias, servirán, además, para recordar los grandes momentos vividos, que tampoco está mal ;-)

Como siempre, cualquier pregunta que tengas sobre la foto, no dudes en hacerla, y te responderé lo antes posible.

Y si es la primera vez que visitas este blog, y te ha gustado el artículo, aprovecha y sigue el blog, y la próxima vez que publique un artículo te llegará una notificación.

¡Hasta pronto!


Los datos EXIF:

mara: Canon 6D 

Focal: 16 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 4000


martes, 26 de noviembre de 2019

Mystic Mountain

Cuando el 2015 hice mi primer viaje a Islandia con César y Javier Vega, uno de los puntos que teníamos marcados en el recorrido que íbamos a hacer era una montaña de la cual no había visto muchas fotos, pero que las que encontré me dieron idea de lo espectacular del lugar.

En ese viaje, el día, o mejor dicho, la noche que estuvimos cerca del lugar, no se dieron las mejores condiciones para sacar ninguna foto decente. Mucha lluvia, y cielo plomizo que hizo que esa noche las cámaras estuvieran más tiempo dentro de la mochila que fuera.

Durante mi tercer y cuarto viaje (en el segundo no estuve por esa zona) tampoco tuvimos suerte, pero por motivos diferentes. En una ocasión el cielo no nos quiso acompañar, y en la siguiente, no sólo no acompañó, sino que, como tuvimos ausencia completa de cualquier luz, la montaña aparecía en las fotos como una silueta negra con bastante poco interés.

Así que a la tercera no fue la vencida, pero otro dicho español se abrió paso, y como no hay quinto malo, en mi quinto viaje a este maravilloso país volví a pasar por allí, y esta vez me llevé foto. ¡Vaya si me la llevé! Dejadme que os cuente cómo fue aquella maravillosa noche.

Durante los quince días que estuvimos recorriendo Islandia teníamos decidido que una de las noches tendríamos que dedicarla a esa zona, con intención de sacar fotos de esta curiosa montaña. En esta ocasión, queríamos que hubiera luz de luna, lo cual es importante si quieres sacar una fotografía nocturna de una montaña como ésta, pues, debido a que es muy, muy oscura, si no hay luz, será muy complicado obtener fotos en condiciones de ella. Para mi gusto, para esa noche íbamos a tener demasiada luz de luna. Recuerdo que la luna daría, aproximadamente, un 85% del total posible, lo cual, acompañado de que las predicciones daban una aurora con un KP de aproximadamente 4, me hizo pensar que podríamos ver la luz verde, pero no con la intensidad que nos habría gustado.

Esa tarde cenamos relativamente pronto en el hotel en el que estábamos alojados. No teníamos planificado hacer mucho por aquella zona, salvo las posibles fotos nocturnas que pudieran darse, así que habíamos decidido tomárnoslo con tranquilidad. Preparamos las cámaras, trípodes, y nos fuimos al restaurante. Yo no tenía esperanzas en conseguir muy buenas fotos, todo sea dicho. Recuerdo que, curiosamente, un camarero del hotel nos dijo que la mejor aurora que él había visto había sido con luna llena. Poco tiempo después íbamos a tener la oportunidad de descubrir si nosotros tendríamos una suerte parecida.

Cuando estaba disfrutando de una deliciosa pasta con salsa ligeramente picante, la recepcionista del hotel, con la que habíamos estado hablando minutos antes, pues era una agradable chica catalana que llevaba tiempo trabajando allí, entró en el comedor, se acercó a nuestra mesa y tranquilamente dijo:

- La aurora está saliendo

Fue una lástima dejar la mitad del plato de pasta sobre la mesa, pero deliciosos platos de pasta iba a  poder comerlos en Madrid, mientras que auroras... auroras sólo iba a verlas en ese viaje.

Salimos del comedor directos al coche. Cuando atravesamos la puerta del hotel, decenas de turistas de diferentes nacionalidades, estaban en el parking del hotel miraban al cielo maravillados. Y puedo entenderlo. Un resplandor verde podía verse por encima del horizonte. Sin embargo, nosotros no teníamos pensado quedarnos allí a observar ese resplandor. Teníamos que ir a ver la montaña por la cual estábamos allí.

Cogimos el coche y nos dirigimos al sitio donde dejaríamos el vehículo, justo debajo de la montaña. Cuando llegamos, se podía ver el resplandor que habíamos visto antes. Anduvimos hasta el punto que más nos interesaba: una zona anegada, posiblemente por lluvias recientes, y donde esperaba poder sacar algún reflejo.

Estuvimos esperando un rato. El ligero resplandor parecía tomar intensidad, pero de nuevo su fuerza volvía a bajar. Mientras tanto, estuvimos probando diferentes encuadres, haciendo tiempo no sabíamos muy bien para qué. De pronto, a nuestra derecha, pudimos ver algo así como una llama verde saliendo del horizonte. Esa llama empezó a hacerse más y más grande, y empezó a subir más y más al mismo ritmo que nuestros ojos se abrían como platos. Llegó un momento en que esa llama verde, cada vez más intensa, pasó por encima de nuestras cabezas y acabó en el oeste. Y bailó, y bailó. Se colocó detrás de la montaña. Ése era el momento de empezar a hacer la foto que tenía en mente. La idea era hacer una panorámica colocando un modelo en el centro de la foto, mirando hacia la montaña mientras la aurora se movía por encima y detrás de la misma.

Repetimos la foto 3 ó 4 veces aprovechando el tiempo que la aurora se quedó con nosotros. Tiempo suficiente para hacer fotos, y también para poder disfrutarla. Porque, no hay que olvidarlo. Fotografiar la aurora boreal es genial. Es fantástico. Traerte en tu tarjeta de memoria la aurora boreal es un gran regalo, qué duda cabe. Pero mejor que fotografiarla es verla, observarla, ver cómo baila en el cielo. Como dice Javier de la Torre, uno de los grandes fotógrafos de paisaje: "Lo que importa no  es hacer la foto. Lo que realmente importa es estar allí para hacer la foto". No puedo estar más de acuerdo. Tener un recuerdo en una tarjeta de memoria no sirve de nada si no tienes el recuerdo en tu retina. Si no eres capaz de recordar, pasado un tiempo, lo que vivías en ese momento. Y en el caso de la aurora, hablo de cómo se movía, de cómo crecía, de cómo cambiaba de intensidad, de cómo variaba de color.

Esa noche yo me acosté sabiendo que había vivido otra noche inolvidable. Una más de todas las vividas en Islandia. Y tengo que claro que haré lo posible para que no sea la última.

Por último me gustaría comentarte que la foto que hoy estás viendo fue una de las 3 fotografías que este año envié al EPSON International PanoAwards y que, al igual que las otras 2, ha sido galardonada con medalla de bronce. No es un superpremio, pero, oye, tiene su gracia. Y, teniendo en cuenta que es la primera vez que envío fotos a este concurso, el simple reconocimiento, para mí, ha sido más que suficiente.

Ojalá te guste esta foto. Como de costumbre, cualquier pregunta que tengas sobre la foto, no dudes en hacérmela.

¡Hasta pronto!

mara: Canon 6D (7 fotos verticales)

Focal: 16 mm 
Exposición: 4 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 3200








jueves, 21 de noviembre de 2019

Tres elementos y una linterna

La foto que esta noche quiero enseñaros es una que me permite hacer una marca de “acabado” en mi lista de fotos por hacer. Me explico. Cuando empecé en esto de la fotografía nocturna, ya había gente que llevaba un camino importante recorrido. Y es en ese momento, cuando empiezas con una actividad nueva de la cual no tienes mucha idea, cuando más información y conocimiento adquieres. Conocimiento e información que consigues, en gran parte, gracias a que otros ya han pasado antes por donde tú estás. Es decir, de una forma u otra, aprendes del trabajo que otros han realizado, lo que en fotografía nocturna quiere decir: estilo, forma de iluminar, encuadres, etc.

De entre todos los fotógrafos que ya llevaban un tiempo trabajando con esta disciplina fotográfica, se encuentran Paco Muñoz (Paco Farero) e Iván Sánchez o, lo que es lo mismo, los "NightColours", 2 fotógrafos a los que con casi toda seguridad, ya conoces. 

Allá por el año 2012 empecé a interesarme por la fotografía nocturna y Paco e Iván se encontraban entre aquellos fotógrafos nocturnos cuyo trabajo era bastante conocido por la indudable calidad que tenía. Recuerdo, de entre todo este gran trabajo, 2 ó 3 fotos que llamaron mi atención especialmente. Una de esas fotos era una que vi publicada en alguno de los perfiles fotográficos de Iván (quizá Flickr), y era una en la que se veían un par de columnas que, en realidad, eran los restos de Dios sabe qué tipo de construcción, y entre las cuales pasaba la Vía Láctea. 

Yo no sé a vosotros, pero a mí, y creo que a cualquiera que esté empezando o que lleve poco tiempo haciendo fotografía nocturna, una foto con esas características, hace que abras los ojos como platos. Como digo, a mí me pasó. Me pareció una gran foto. Con muy pocos elementos (2 columnas de piedra y la Vía Láctea), sí. Pero es que quizá el éxito de aquella foto (o lo que hizo que llamara mi atención) radica ahí. Y decidí que yo quería llegar a hacer cosas así. Eso sí, para ello debían darse los factores adecuados: momento del año con Vía láctea vertical, cielos despejados, ausencia de Luna. 

En un momento determinado conseguí conocer la localización de este sitio, y en varias ocasiones y con diferentes condiciones lo visité. Sólo y acompañado. Con el resto de miembros de Luces del Pasado, y sin ellos. Con luna y sin ella. Con nubes y sin ellas. He sacado diferentes fotos del lugar. Algunas me gustan más, y otras menos. Pero en mi lista del TO-DO (cosas por hacer), aún estaba la foto del encuadre de Iván.

Este verano, un fin de semana en el que se daban las condiciones que yo quería para esa foto, decidí que era un buen momento para ir, así que había que ir. No fueron necesarias muchas tomas, pues el esquema de iluminación lo tenía bastante claro. Como podréis imaginar, iluminación con linterna cálida dada desde 2 puntos: desde la izquierda, para dar la iluminación principal, más intensa, más fuerte, aplicada durante más tiempo, e iluminación desde la derecha, mucho más suave, menos intensa, para poder sacar volumen a esa estructura.

Una vez en casa, un procesado en el que cabe destacar una mayor dedicación a la Vía Láctea, para poder sacar una estructura un poco más atractiva, saturaciones, contrastes, antirruido, correcciones de luces y poco más.

Soy de los que no está en contra de hacer fotos con encuadres que ya han hecho otros. No hablo de basar tu trabajo en repetir al detalle y constantemente lo que ya se ha hecho, ni mucho menos. Creo que hay que experimentar, hacer cosas que se te ocurran, encuadres diferentes, iluminaciones nuevas. Pero no veo por qué no poder hacer una foto a partir de la idea que ha tenido otro fotógrafo. Si te gusta la foto, ¿por qué no hacerla por ti mismo? Esta foto ya la hizo Iván. Él tuvo la idea, sí, pero, ¿qué tiene de malo querer llevarte tu foto? Otra cosa es que yo quiera vender que la idea es mía. No es que no sea ético, que no lo es. Es que sería mentira y no tendría sentido.

En los años que llevo haciendo fotografía nocturna he hecho fotos con ideas mías, pero también he usado encuadres de otros fotógrafos. ¿Por qué? Porque la foto original, o al menos, la que yo vi, me gustaba, y he querido llevarme, entre otras, mi versión de esa foto. Creo que es una forma más o menos indirecta de expresar que la foto a partir de la cual hice la mía me gustó mucho.

Digo todo esto porque desde que le dedico más tiempo a la fotografía, he podido observar discusiones con opiniones a favor y en contra sobre el hecho de hacer fotos que otros ya han hecho, y si eso está bien o mal visto. Yo lo tengo bastante claro. Ver, observar fotos me ayuda a la hora de hacer mis fotos pues me da ideas y me ayuda a hacer mis propias composiciones. Me ayuda a tener mis propias ideas. Pero si en algún momento me apetece hacer una foto que ya se ha hecho una, dos, o mil veces... ¿de verdad alguien va a querer criticarme por ello?

No os quiero dar más la chapa sobre este asunto. Paco, Iván, si leéis esta entrada, sabed que admiro vuestro trabajo, pues siempre he creído que era realmente bueno. 

Por último, y como siempre, os dejo los datos EXIF de la foto.

¡Hasta pronto!


mara: Canon 6D 

Focal: 14 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 4000




jueves, 7 de noviembre de 2019

Luces celestiales

Si pienso en fotografía nocturna, creo que la estación del año que menos me gusta es el verano. Llámame raro, pero sí, el verano no es mi estación favorita, especialmente si tengo que hacer planes de fotografía nocturna. Y los motivos son varios. Anochece muy tarde. Tanto, que hay sitios en los que, si te fijas bien, puedes ver algo de luz en el horizonte a las 23 de la noche. ¿Te imaginas? Quedas con amigos para hacer fotos, te desplazas unos 100-150 km y hasta las 23 no puedes empezar a hacer fotos. Y lo malo no es la hora a la que empiezas, sino que empezar a las 23 significa acabar tarde, muy tarde, y luego toca volver a casa. Vamos, que esa noche te acuestas a las mil.

Además, otra de las cosas que no me gustan del verano es la ausencia de cielos con nubes. Esto es un gusto personal, pero es que creo que los cielos con nubes dan más juego y son mucho más llamativos.

Pero no todo es malo a la hora de hacer fotografía nocturna en verano. Hay algo de lo que podemos disfrutar en esta estación: la Vía Láctea. Y es que sólo en verano, con cielos despejados o casi despejados, y siempre y cuando no tengamos luna, podremos ver cómo una concentración mayor de estrellas y otros astros cruza el cielo, dándonos la posibilidad de explotar nuestra creatividad.

Este año me apetecía hacer fotos con Vías Lácteas. Otros años no había tenido mucho interés, pero éste decidí que tenía que hacer más fotos que en anteriores años.

La foto que hoy os voy a enseñar fue tomada a principios del verano. Esto se puede ver en que el arco que forma la Vía Láctea en la foto está muy bajo. Pero esto os lo explicaré un poco más abajo.

Cuando me enteré de la localización de esta ermita pensé que sería una de mis fotos de Vías Lácteas de este verano. Así que una tarde fuimos a visitarla para reconocer el terreno y pensar la foto. Y cuando llegó la noche nos pusimos manos a la obra.

Como podéis imaginar, viendo las dimensiones de la foto, se trata de una panorámica. Para hacerla usé 7 fotos verticales, tomadas cada una de ellas girando la rótula del trípode 30º con respecto a la posición en que se tomó la anterior. En cada una de estas fotos se aplicó el tipo y cantidad de luz que correspondía de forma que en el resultado final la unión de las fotos no dejara zonas más iluminadas que otras. ¿Qué quiero decir con esto? Fíjate en un detalle. La pared izquierda de la ermita está iluminada. Y esta iluminación está hecha con linterna cálida de gran potencia para poder dar luz desde cierta distancia de forma que el sujeto que la ilumina no apareciera en la foto. Pues bien, la iluminación hecha en cada una de las fotos en las que aparece esa pared, y que forman parte del conjunto de 7 fotos que utilicé para la creación de la foto panorámica, es la misma. Y cuando digo que es la misma quiero decir que en cada una de esas fotos (3 ó 4 de las 7) se aplicó luz de igual forma y durante el mismo tiempo. Así conseguimos que no destaque ninguna sobre otra, y que la unión de todas ellas (hecha, por ejemplo, con la herramienta de Photoshop específica para ello) sea fácil.

Acabo de desvelarte cómo hicimos la iluminación de la mitad de la foto. Para la otra mitad, como podrás imaginar, sólo fue necesario que el sujeto que sostiene la linterna en forma de vela no se moviera durante las otras 4 fotos de las que consta la foto final, pues esas tomas se ven afectadas por la luz que sale de la linterna del sujeto. Y sí, como podrás imaginar, permanecer estático durante 4 tomas de 30 segundos cada una, no es tan fácil... al menos cuando repites la foto por tercera o cuarta vez :-)

En definitiva, con esto lo que quiero decirte es que es importante que haya una coherencia de iluminación en todas las tomas de las que forma parte tu foto panorámica, pues, si no es así, será necesario que hagas correcciones durante el montaje o el procesado y/o edición de la foto.

En cuanto a la aparición de la Vía Láctea, como supongo que imaginarás, nuestra galaxia no aparece ahí por casualidad. Detrás de esta foto hay un trabajo previo para la elección del lugar, de la hora, y sobre todo del día en el que hay que ir a hacer la foto. Y es que la Vía Láctea no se ve de igual forma en cualquier momento del año. Déjame que explique esto con un poco más de detalle.

Como te comenté arriba, el mejor momento para ver la Vía Láctea, al menos en el hemisferio norte, es el verano. Es en ese momento en el que se puede observar la mayor concentración de estrellas y constelaciones además de lo que se llama Centro Galáctico, que es el centro de rotación de la Vía Láctea (en la foto, lo que aparece a la derecha del arco de la galaxia). Durante el verano nuestra galaxia va apareciendo sobre nuestros cielos en sitios diferentes y con una forma de arco que cruza nuestro cielo. Pero ese arco es menos pronunciado a finales de primavera y principios de verano que a finales de verano. Por eso mismo, si quieres hacer una foto panorámica en la que pueda caber toda la Vía Láctea, mi recomendación es hacerla en ese momento de principios de verano, pues, al menos en mi opinión, el efecto del arco es mucho más atractivo. Esto, por supuesto, va sobre gustos. Lo que sí es importante es que tengas esto en cuenta para que puedas planificar bien tu foto en función de si te gusta sacar toda la Vía Láctea y con un arco más o menos abierto, o si prefieres fotografiarla cayendo en vertical en la foto.

Sobre la planificación y elección del día concreto, si estás interesado, déjame un comentario, y en algún próximo post puedo desarrollar más en detalle qué aplicación uso y cómo la uso para poder planificar al detalle mi fotografía con la Vía Láctea. 

Además, como siempre, si tienes alguna duda sobre cómo se hizo esta foto, pregúntame y te responderé lo antes posible.

Por último, te recomiendo que sigas este blog si quieres estar al corriente de cuándo hay una nueva entrada.

Un saludo, y ¡hasta pronto!


Los datos EXIF: 7 fotografías unidas con Photoshop

mara: Canon 6D 

Focal: 16 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 3200




miércoles, 30 de octubre de 2019

Sweet Charlie

No soy mucho de fiestas importadas, debo reconocerlo. Y sí, ya lo sé, la fiesta de Todos los Santos no es algo que sea nuevo en España, cierto. Pero la celebración de la noche del 31 de octubre es algo que nos hemos traído, como muchas otras cosas, de los países angloparlantes. Ya sabéis a qué me refiero: calabazas que simulan ser cabezas con vida, disfraces con el terror como temática, el "truco o trato"... Eso sí debo admitir que la estética de todo lo que rodea a esta fiesta me parece llamativa. Y más cuando se trata de una estética que da mucho juego para esto de la fotografía nocturna.

El caso es que desde ya hacía mucho tiempo tenía ganas de sacar una foto relacionada con todo esto, en la que hubiera calabazas, espantapájaros... y este año decidí tomármelo más en serio. Un día, hablando con el resto de miembros de Luces del Pasado les volví a sacar el tema, pero poniéndonos objetivos, y repartiéndonos trabajo. La idea sería crear un espantapájaros terrorífico (bueno, o algo así...), con una calabaza que vaciaríamos, y en la que haríamos los recortes necesarios para crear una calabaza de Halloween con aspecto maligno, y la montaríamos sobre un par de palos dispuestos en forma de cruz. Para hacer el cuerpo buscaríamos algún trapo que pudiera dar el pego.

Así que nos pusimos manos a la obra. En un principio nos repartimos responsabilidades, aunque al final cada uno aportó lo que pudo y/o quiso. Felipe se encargó de dibujar a modo de stencils unos murciélagos, pues la idea original era colocar murciélagos volando cerca del espantapájaros y se encargó del cuerpo del espantapájaros. En vez de usar una manta, Felipe aportó un antiguo disfraz de zombie que nos vino que ni pintado. Cristina trajo unos sombreros, unos guantes y una camisa negra que también ayudaría bastante en la foto. Y yo me encargué de conseguir la calabaza y de prepararla (vaciarla, darle ojos, nariz y boca), y de los palos que harían de armazón. Teníamos todo lo que necesitábamos. Sólo quedaba juntarse y trabajar en la foto. Finalmente un viernes pudimos juntarnos Cristina, Felipe y y yo, y nos fuimos a un campo que Luis nos había indicado, y que estaba relativamente apartado de contaminación lumínica. Allí montamos el muñeco, lo clavamos, no sin poca dificultad, en la tierra y nos pusimos hacerle fotos.

No sé cuál sería el motivo: falta de inspiración para exprimir el asunto, un muñeco que no terminaba de convencer, el cielo tan poco atractivo que teníamos para esa noche, o un poco de todo, pero lo cierto es que no nos vinimos excesivamente contentos. Así que decidimos que deberíamos quedar otro día, sin esperar mucho, pues la noche de Halloween se acercaba.

Tres días más tarde, Felipe y yo decidimos quedar de nuevo. Cristina no pudo acompañarnos, así que esa noche nos encontramos Felipe y yo sólos. Bueno, solos no. Nos acompañaba nuestro nuevo amigo el espantapájaros del cual intentaríamos sacar algo más de lo que no pudimos días antes.

Quedamos en un descampado en Parla que Felipe había encontrado y en el que había juncos, una de las cosas que habíamos echado de menos en la anterior foto. Decidimos, además, que, al contrario que en la anterior foto, las mangas estarían más sueltas. Pensamos que estando muy estiradas, más que un espantapájaros, nuestro amigo parecería un avión. Por último, creímos que un detalle también importante era hacer que la calabaza mirara a la cámara, independientemente de dónde colocáramos ésta. La intención era conseguir transmitir que el el montaje no era una calabaza, unos palos y un traje de zombie, sino un espantapájaros maldito que nos estaba mirando riéndose. Ése era nuestro objetivo.

Una vez encontrado el punto en el que clavar el muñeco, y tras colocarlo, montamos cámaras y trípodes y nos pusimos a hacer fotos. La cosa tenía mejor pinta que el día anterior. Incluso el cielo, sin ser espectacular, era mucho mejor que lo que habíamos tenido el otro día. Probamos tres encuadres. Pues sí, parecía que habíamos mejorado la foto. Tras terminar la última foto, con un encuadre en el que estábamos mucho más cerca del muñeco, cuando ya estaba a punto de recoger, Felipe me llamó y me pidió que me acercara a la pantalla de su cámara. Lo que vi me hizo sonreír. En lo que simulaba ser la mano izquierda del espantapájaros la luz era diferente. Era una luz que sacaba textura. No sé muy bien cuál fue el motivo. No sé qué fue lo que Felipe quiso probar, pero lo que vi me gustó. Y Felipe me había llamado porque sabía que me gustaría. Así que pensé "aún es pronto para irse a casa". Este último encuadre íbamos a volver a repetirlo, pero cambiando drásticamente la forma de iluminar la foto.

Nos repartimos el trabajo. Uno se iba a encargar de iluminar la calabaza por dentro con una especia de disco iluminador que Felipe había traído y que podíamos activar y desactivar a distancia, y el otro se encargaría de iluminar el resto del cuerpo y la calabaza por fuera, así como el suelo y los juncos. Hicimos varias pruebas, pero con la primera me quedó claro que la foto de esa noche iba a ser esa.

Es curioso cómo puede cambiar el ánimo en cuestión de segundos. Inicialmente nos íbamos a ir a casa contentos porque nos llevábamos una foto que pensábamos que no podríamos mejorar, y en cuestión de segundos la cosa cambió hasta el punto de que nos fuimos muy contentos a casa pues habíamos conseguido una foto que nos había dejado más que satisfechos.

Sobre la iluminación, a continuación te cuento cómo lo hicimos. Nuestra intención era conseguir un cielo tirando a naranja, así que decidimos que el balance de blancos tendríamos que ponerlo a una temperatura alta de forma que todos los tonos amarillos que pudiera tomar el cielo se tornaran en naranja. Colocar el balance de blancos en un valor así nos obligaba a usar iluminación blanca si no queríamos que toda la escena, y no solo el cielo, se volviera también de este color. Así que usamos linterna blanca, una de muy pequeño tamaño e intensidad, para iluminar el espantapájaros, así como los juncos que había detrás de él y el suelo. Para el interior de la calabaza usamos iluminación cálida. El motivo es bien sencillo. Queríamos un color naranja fuerte que destacara en la fotografía para atraer la mirada del observador. Por esto mismo usamos un disco que emitía luz cálida y que, como decía más arriba, podíamos controlar a distancia con un mando remoto. Una cosa tuvimos que tener en cuenta. Esta iluminación, la del interior de la calabaza, está muy encerrada, muy localizada, por lo que era importante encender y apagar la lamparita-disco muy rápidamente. Tanto que en el interior sólo estaría encendida algo menos de 1 segundo.

Cuando nos pusimos a iluminar, quisieron aparecer unas nubes que adornaron el cielo como podéis ver en la foto. ¿Qué más podíamos pedir? 

Por fin teníamos nuestra foto. Esa que desde hacía bastante tiempo tenía ganas de hacer y que, por fin, se iba a venir a casa en nuestras tarjetas.

Poco más puedo contarte sobre esta foto. Sólo desearte, si eres de aquellos que celebra la fiesta de Todos los Santos, que la disfrutes mucho y que tengas un feliz y terrorífico Halloween ;-)

¡Hasta pronto!

Los datos EXIF:

mara: Canon 6D 

Focal: 14 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/13
ISO: 1600