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martes, 8 de diciembre de 2020

El cielo de Gálvez

Tras varias semanas sin publicar nada (poco, muy poco tiempo he tenido para dedicarle al blog), hoy quiero enseñaros una foto tomada este verano en un lugar al que le tengo mucho cariño, pues es uno de los primeros lugares que visité cuando estaba empezando a hacer algo de fotografía nocturna. Visitar este lugar es volver a tener las sensaciones que tenía en aquellos momentos. Sensaciones buenas, muy buenas.

Si, además, la visita la haces en buena compañía, la sesión nocturna no puede salir mejor. En esta ocasión el castillo de Gálvez, o las 3 torres que quedan, lo visité con un fotógrafo con el que hacía mucho tiempo que quería coincidir, pues es de los que llevan haciendo fotografía nocturna muchos años, con mucho, mucho arte además, y es de los que pertenece a la antigua escuela. Es decir, es de los que disfruta la foto con la cámara, en el campo, y luego le da el toque personal en casa, con el ordenador. Y, todo sea dicho, con fotógrafos que ven la fotografía como la veo yo, es fácil entenderse. Si, además, como en el caso de Álvaro, se trata de buena gente, la cosa sale rodada.

Álvaro y yo llevábamos hablando bastante tiempo de quedar a hacer fotos nocturnas y por 'h' o por 'b', no se daban las circunstancias para poder coincidir. Pero esa noche se dieron. Y fue fácil. Creo que fue cuestión de intercambiar unos pocos mensajes, y horas después estábamos en pleno campo frente a los 3 colosos que veis en la foto.

Cuando llegamos allí vimos que no éramos los únicos que estábamos con ganas de fotografía nocturna, pues 2 fotógrafos, un hombre y una mujer, estaban con sus trípodes plantados. Sin embargo, 40-45 minutos más tarde desaparecieron, así que las 3 torres se quedaron "libres" para poder iluminarlas sin que la luz que aplicáramos pudiera molestar a nadie más.

Para hacer la foto que estáis viendo, uno de nosotros se quedó con las cámaras y el otro se fue con una linterna cálida de gran potencia a la derecha del encuadre para dar luz a las torres. Son ya muchas las entradas en las que he comentado el motivo de aplicar una iluminación lateral: es la mejor forma de poder sacar con detalle el volumen del objeto que estás iluminando.

¿Por qué elegimos este encuadre? Esta foto fue hecha a finales de agosto. A esa altura de verano la Vía Láctea se encuentra muy alta. Por si no lo sabéis, la Vía se ve en el cielo como una franja que empieza en un punto y acaba en otro y no se ve igual de bien durante todo el año. Cuando mejor empieza a verse, esta franja es casi horizontal, por lo que se ve muy cerca del horizonte. Pero según van pasando las semanas, esa franja se va desplazando marcando su forma de arco y obligándonos a levantar cada vez más la cabeza para poder verla. Es a esto a lo que me refiero con que la vía está muy alta. Por este motivo, la Vía, en los puntos en los que se pierde por el horizonte, se puede ver perpendicular al mismo. Esto nos venía de perlas para lo que íbamos buscando, pues queríamos justo ese efecto, nuestra querida galaxia cayendo en su punto más luminoso entre las 3 torres.

La foto no tiene mucha más historia. La noche se dio bien, me divertí mucho, y Álvaro y yo quedamos en volver a repetir este en cuanto se pudiera dar la ocasión. En la próxima, con ganas de quedar también con otros 2 cracks de la fotografía nocturna y a los que seguro conocéis: Felipe Carrasquilla y Daniel Pastor.

Espero que os guste la foto. Y, como siempre, si tenéis alguna curiosidad, o alguna duda sobre cómo fue hecha la foto, no dudéis en preguntarme. Y, por supuesto, si os apetece compartir la entrada, sentíos libres para ello. 

Muchas gracias por leerme y, ¡hasta pronto!


Los datos EXIF:

mara: Canon 5D Mark IV
Focal: 14 mm 
Exposición: 20 sg 
Apertura: f/4
ISO: 6400




jueves, 29 de octubre de 2020

Noche de brujas

 Y lo cierto es que me viene que ni pintado un título así estando en las fechas en las que estamos. Diréis, y este tío ¿a qué viene mezclar brujas con dólmenes? Pues no, el estar confinado (y lo que me queda) no me ha hecho perder la cabeza más de lo que ya la tenía perdida. Dejadme que os explique.

Antes de nada, me gustaría contaros qué es lo que estáis viendo en la foto. Se trata del dolmen de Sorginetxe, y está localizado en Álava. El nombre de Sorginetxe es una palabra vasca que quiere decir, si no estoy equivocado, "casa de brujas". Supongo que esto ya os da una idea de a qué viene el título. Quizá la pregunta ahora es, ¿y por qué se llama así el dolmen?

Parece que hay varias leyendas en torno a la construcción del monumento. Una de la más extendidas es que fue levantado por unas brujas vascas de la zona que transportaron las piedras con los husos de sus ruecas. Yo no soy quien para hablar mal de leyendas, y no lo voy a hacer. Pero, aunque tengo mis dudas sobre la veracidad de esta leyenda, lo cierto es que me ha venido de perlas para darle título a la foto

Por otro lado, ¿qué mejor momento para hablar de brujas que éste, cuando está tan cerca Halloween?

En fin, este verano, durante mi viaje por el norte de España me marqué como sitio a visitar este dolmen en alguna de las 2 noches que iba a pasar en Vitoria. Finalmente me acerqué las 2 pues, sinceramente, creo que con condiciones meteorológicas diferentes, que son las que iba a tener en esas 2 noches seguidas, este dolmen puede presentar diferentes caras. Y así fue.

La segunda noche en que visité esta construcción no encontré brujas, pero pude ver  que pocos minutos antes había llegado otro coche del que se bajaron 2 chicos y una chica con trípodes. Evidentemente no iban a hacer un aquelarre, sino que habían ido a lo mismo que yo. En situaciones como ésta en la que lo que tú hagas para tomar tu fotografía, es decir, iluminar el objeto fotografiado, puede molestar al resto de fotógrafos, lo más correcto y lo más civilizado es pedir permiso cada vez que necesites hacer algo así, pues puedes fastidiar la fotografía al resto.

Cuando ya estaba cerca del dolmen decidí colocarme enfrente de la cara más conocida de esta preciosa construcción, muy cerca, además de donde se habían colocado estos chicos. La verdad es que, no sé si es porque es la cara más fotografiada o si es porque no me gustaba el cielo, pero el caso es que no me sentí especialmente cómodo viendo lo que veía por el visor. Me moví un poco al a derecha, un poco a la izquierda, un poco más cerca... no terminaba de verlo. 

Pero en un momento determinado miré a lo lejos a mi derecha y lo vi claro. Cogí el trípode y me fui al extremo opuesto de donde estaba, dejando a los 3 chicos fotógrafos justo detrás del dolmen vistos desde mi nueva posición. Ahora sí. Ahora sí lo vi claro. El dolmen, visto desde un punto desde el cual no había encontrado muchas fotografías, me pareció espectacular. Y para ayudar a componer, a la izquierda un maravilloso cielo al que la contaminación lumínica, no sé muy bien de dónde, quizá Pamplona, le daba una fuerza tremenda. 

El entorno ya había hecho su trabajo. El resto tenía que ponerlo yo. A pesar de que no había luna, había algo de luminosidad en el ambiente debido a la contaminación que producían las luces de los pueblos cercanos. Un tipo de luminosidad amarillenta, por lo que decidí que mi iluminación sería justo la opuesta para contrarrestar el feo tono con que nos sentíamos bañados. Por tanto, saqué mi linterna de luz fría e hice una prueba. Me acerqué a la cámara y sonreí. Tenía muy buena pinta. Y creo que la luz fría fue un acierto. Para el interior había varias opciones, pero finalmente me decanté por un flash al que le acoplé un gel de color. 

Hay un punto muy importante en esta foto: el tiempo de exposición. Muy poco, ¿verdad? El motivo es poder conseguir un cielo con volumen como el que podéis ver. Más tiempo de exposición deja un cielo con nubes que se desplazarían y que quedaría bastante feo (creedme que lo probé ;-)). 

Ésta fue mi tercera visita a Sorginetxe. La primera, hace más de un año, no fue nada productiva pues el cielo no me ayudó demasiado, empezó a llover... vamos, un desastre. La segunda fue el día antes de sacar esta foto y, por fin, la tercera, que a mi modo de ver fue la de la vencida.

No me importaría volver a Sorginetxe, pues me pareció un sitio muy especial y con mucha foto. Quién sabe. Quizá en mi próxima visita no sean fotógrafos lo que encuentre, sino a las dueñas de la casa de brujas ;-)

¡Hasta pronto!


Los datos EXIF:

mara: Canon 5D MarkIV
Focal: 16 mm 
Exposición: 4 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 3200





jueves, 3 de septiembre de 2020

Orfeo 2.0

Hoy quiero enseñaros una foto de una salida nocturna en la que nos juntamos la mayoría del equipo de Luces del Pasado con 1 amigo, y un amigo suyo, que sabían de la existencia de una antigua mina bastante poco conocida. De hecho, este amigo dio con la misma una mañana de ruta en bicicleta por el campo. Como ya os dije, cuando publiqué otras fotos del mismo sitio, cuando este amigo me enseñó las fotos que de allí había sacado, se me pusieron los ojos como platos y le dije que, por supuesto, tendríamos que hacerle una visita nocturna.

Cuando enseñé a Cristina y Felipe las fotos que mi amigo me había pasado, creo que ellos debieron de pensar lo mismo, pues lo cierto es que no tardamos mucho en encontrar un día en que poder juntarnos los 5 y hacer una visita a este impresionante lugar.

Lo bueno de hacer fotografía en un sitio cerrado es lo más evidente: no dependemos de las condiciones en el exterior para poder jugar, porque en el fondo no estamos haciendo sólo fotografía, sino que estamos jugando con luces. Puede estar lloviendo, puede hacer frío, o, como la noche de la visita, puede haber cielos despejados con una luna impresionante que arruine fotos...

Como esperábamos, el sitio no decepcionó. Veíamos posibilidades de fotos. Y en todas un factor común: la magia de las sombras aportadas por la iluminación sobre columnas de roca. Es verdaderamente fascinante ver en la foto el efecto de una iluminación sobre formas curvas y con relieves. Y esto, como digo, lo íbamos a tener presente en todas las fotos. La de hoy fue una de las últimas que hicimos esa noche. Y su realización, muy rápida gracias a la sencillez de la misma. 

Imagino que no necesitaréis mucha ayuda para descifrar el esquema de iluminación. Aun así, lo comento. La iluminación principal la aportó la figura que voluntariamente hizo de modelo. La luz aportada por la linterna que sostuvo durante unos segundos en su mano gracias al "modo vela" que dicha linterna tiene, fue más que suficiente para iluminar completamente el primer plano de la escena.

Como luz secundaria se utilizó una linterna blanca en cuya boca se colocó un gel de color rojo para producir más impacto y llamar la atención del observador. Con ella se iluminaron desde el fondo aquellas paredes que podrían aparecer en el encuadre de la foto simulando el punto de atracción del personaje de al foto. 

Sobre ambas iluminaciones, un punto importante. Como podéis ver, hay mucha luz en la escena. No tanta como para que la foto aparezca sobrexpuesta, pero con una buena carga de luz. Posiblemente penséis que con esas linternas no fue suficiente para iluminar y debimos de dar luz con más medios. Borrad ese pensamiento de vuestra mente si es que lo habéis tenido. No solamente fue suficiente con la pequeña linterna que nuestro modelo llevaba en su mano, sino que, además, sólo debió iluminar durante algo menos que 1/3 del tiempo de exposición total de la foto. Y lo mismo para la iluminación con luz roja. Con unas rápidas pasadas fue  más que suficiente.

Como comentaba más arriba no fue necesario repetir mucho la prueba pues la foto fue bastante sencilla. La noche dio para una o dos fotos más. En fin, que explotamos la mina lo que pudimos y lo que las fuerzas nos dejaron. Aun así, tengo la sensación de que volveremos, pues todos salimos con el convencimiento de que la mina daba para bastante más.

Como siempre, cualquier pregunta sobre la realización de la foto, sobre la iluminación, los datos EXIF, no dudes en lanzarla y te responderé lo antes posible :-)

¡Hasta pronto!

Los datos EXIF:

mara: Canon 6D
Focal: 16 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 500




martes, 25 de agosto de 2020

Ardvreck

Será que tengo ganas de viajar o será que tengo ganas de ver castillos. Quizá son las 2 cosas, pero lo que es seguro es que tengo muchas ganas de volver a Escocia. Debo decir que cuando estuve hace unos años fue un país que me encantó. Y en todos los sentidos: sus ciudades, sus habitantes, sus paisajes, su historia. Gran parte de esa historia está almacenada en la enorme cantidad de castillos, unos en mejor y otros en peor estado, que se hallan repartidos por todo el país. En una ocasión, una guía en Edimburgo contó que popularmente se creía que Escocia era el país de los castillos. Pero ella nos sacó del error. Escocia tenía muchos, sí, pero había otro país, Irlanda, que tenía aun más. Pero hoy no vamos a hablar de Irlanda. Y tampoco vamos a hablar de Escocia. Sólo vamos a hablar de la foto que os quiero enseñar.

Cuando suelo planificar un viaje me gusta poner en un mapa aquellos puntos que podría estar bien visitar. En mi cabeza hay una clasificación para esos puntos. Por un lado están los sitios curiosos, pero que no pasa nada si no los ves. Están los sitios interesantes, que estaría bien intentar verlos. Pero los que ocupan más espacio en mi esquema mental del viaje son los sitios de "SÍ o SÍ", y que son los sitios que marcan el recorrido del viaje. Sitios que sé que visitaré. No sé en qué condiciones. Si con sol, si con lluvia, si con huracanes :-P... pero los visitaré.

Entre esos sitios se encuentran las ruinas de este castillo, el Castillo de Ardvreck. La palabra castillo no se debe escribir con mayúsculas pero en esta ocasión para mí sí, así que permitidme que lo escriba así :-)

El día en que nuestra ruta nos llevó hasta allí el atardecer prometía bastante  tan solo viendo el cielo que teníamos sobre nuestras cabezas. Sin embargo, la noche no pintaba tan bien. Lluvia durante horas y sin posibilidad de que el cielo abriera. Aun así, una cosa tenía clara: mis linternas iban a iluminar ese castillo esa noche. 

Cuando horas más tarde volvimos al castillo, con completa oscuridad y absoluto silencio, la lluvia había cesado. La hierba que rodeaba el castillo estaba mojada de la lluvia reciente y no había rastro de las ovejas que por la tarde habían estado pastando. El cielo estaba cerrado. Muy cerrado. Tanto que tuve claro que en esta ocasión el cielo no iba a ser un elemento que destacara en mi foto. Una pena, pero era lo que había, y había que hacer lo posible por llevarse foto.

Fui directo a plantar el trípode para sacar la foto que más ganas tenía de llevarme. Dicha foto ya la publiqué en otra entrada que podéis ver aquí. Como era de esperar, el cielo no era para tirar cohetes, pero sí quizá mejor de lo que me pensaba encontrar. 

Cuando terminé fui a otro encuadre. Otro más vertical. Para mí menos llamativo, pero interesante. El cielo no había mejorado mucho (en realidad no había mejorado nada), pero la foto había que hacerla. Así que había que ponerse manos a la obra. 

Vamos a ver cómo se hizo esta foto.

Tras plantar el trípode y encuadrar había que enfocar. A mí, personalmente, en fotografía de paisaje y en nocturna me gusta hacer uso de la distancia hiperfocal. Además, creo que le tengo cogido el truco a mi objetivo Canon 16-35 y así es mucho más fácil: eliges focal, apertura, y para esos valores tengo claro dónde tengo que poner la rueda de enfoque de mi objetivo. 

Una vez hecha la parte básica, tocaba jugar con la iluminación. Mi idea era dar luz desde ambos lados del castillo. ¿Por qué hacer este tipo de iluminación y no desde donde ponemos la cámara? Una de las razones es porque de esta forma podemos sacar volumen al objeto iluminado. Así que con una potente linterna de luz cálida se hizo este trabajo.

Pero ésta no iba a ser la única forma de dar luz a esas ruinas. La existencia de ventanas, puertas o algún tipo de agujero hechos en las paredes siempre puede ayudar a llamar la atención del observador. Y este castillo tenía ventanas, así que se decidió que habría que intentar sacar algo de luz de algún color llamativo, como el rojo, que, además, iba a pegar muy bien con el azul del cielo y con el verde del suelo. Para hacer esta iluminación se eligió una linterna de luz potente en cuya salida del haz se puso un gel de color rojo para obtener la luz de este color.

Luz roja desde dentro del castillo, cálida en el exterior, y el trabajo estaría hecho. Tras unos pocos intentos, la foto salió.

Y creo que por hoy poco más. Como de costumbre, si hay algo que quieras saber sobre cómo está hecha esta foto, no dudes en preguntar. Además, si te ha gustado la foto, o la explicación hecha en esta entrada del blog, siéntete libre de compartirla. 

Muchas gracias por haber leído hasta aquí, y nos vemos en la próxima entrada ;-)

¡Hasta pronto!

Los datos EXIF:

mara: Canon 6D
Focal: 16 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 1600


jueves, 30 de julio de 2020

Luces antes del silencio

Hoy me gustaría enseñaros la última foto pre-confinamiento. La tomé en una salida nocturna con Felipe a finales de enero. Suena lejano, pero es que han pasado tantas cosas en estos últimos meses, ¿verdad? Aquella noche se nos ocurrió que podíamos ir a los restos de este convento, unas ruinas a las que pensábamos que quizá podríamos sacarle algún partido. Además, el parte meteorológico no dejaba nada claro qué podríamos encontrarnos allí, así que habría que hacer lo que pudiéramos con lo que allí hubiera.

Llegar no fue complicado, pues el acceso, aunque no llega hasta el mismo convento, y tienes que dejar el coche en un camino, éste no está muy lejos del lugar. Una vez allí, hicimos lo que hacemos de costumbre, aunque en esta ocasión un poco más tarde de lo que habríamos querido. Esto es, investigar la zona, ver posibles encuadres o mirar al cielo para poder componer la foto de la mejor forma con lo que teníamos sobre nuestras cabezas. 

Esa noche el cielo que había encima del convento no pintaba nada bonito. A pesar de que la noche era cerrada pudimos ver lo que había encima de nuestras cabezas, y eso, lo que vimos, hizo que nos cambiara un poco el rostro y tuviéramos cara de circunstancias. Gris plomizo a norte, a sur, a este y a oeste. La cosa no tenía buen aspecto. Y ya podríamos hacer una buena iluminación, porque si no, el viaje no iba a haber sido demasiado fructífero. Y es que, además, el convento se encuentra en un estado no demasiado propicio para estar corriendo a oscuras.

En fin, sin pensarlo mucho, nos pusimos manos a la obra. Elegimos encuadre, pensamos en cómo dar luz, y nos repartimos los papeles dentro del esquema de iluminación. 

Para esta foto decidimos que uno de los 2 se quedaría fuera, encargándose de las cámaras y de iluminar el exterior del convento, y otro se quedaría dentro, sin moverse mucho pues, como comentaba antes, las condiciones no eran las mejores para estar pegando carreras y saltos. La segunda duda fue: ¿iluminación fría o cálida? En esta ocasión decidimos que una mezcla de ambas podría resultar efectiva. Fría para el exterior y cálida en el interior. De esta forma, ajustando correctamente el balance de blancos para evitar que la luz fría se convirtiera en luz azul, podríamos conseguir un buen contraste dado por la combinación de un interior cálido con un exterior, si no frío, si más suave, por decirlo de alguna forma. 

Las primeras pruebas sirvieron para confirmar que la iluminación exterior no sería sencilla. Iluminar desde la izquierda no fue nada fácil debido a que el punto desde el que debíamos hacerlo para conseguir el efecto que íbamos buscando estaba lleno de arbustos de gran tamaño y altura. Además, conseguir la foto en una única toma de 6 sg iba a ser imposible. Iluminar desde la derecha, y correr para iluminar desde la izquierda, teniendo en cuenta cómo estaba el terreno significaba jugarnos una buena caída. Poco a poco fuimos afinando con la luz a la vez que, en las pantallas de nuestras cámaras pudimos ver que se estaba produciendo un cambio con el que no habíamos contado: el aspecto del cielo era diferente, y lo que al principio era una masa gris homogénea, se estaba convirtiendo en un cielo que empezaba a tener algo de gracia. Las nubes empezaban a moverse permitiendo que el cielo tomara diferentes texturas. Había que aprovechar el momento y seguir haciendo fotos. Y menos mal que lo hicimos pues tanto se movieron las nubes que empezaron a mostrar claros. Y sin darnos cuenta esos claros entre nubes se convirtieron en un cielo despejado, algo que pasó, casi de una foto a otra.

Revisando fotos vimos que lo que en un principio podría haber sido una noche con fotos no demasiado interesantes, finalmente se convirtió en una noche en la que, cuando termina fotográficamente hablando, acabas montándote en el coche con una sonrisa.

Como de costumbre, si tenéis cualquier pregunta sobre cómo hicimos esta foto, no dudéis en hacerla, y os responderé lo antes posible. 

Los datos EXIF:

mara: Canon 5D MIV
Focal: 14 mm 
Exposición: 6 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 6400

jueves, 9 de julio de 2020

Cara de sapo

La última fotografía que publiqué de "viejas glorias del asfalto" lo hice hace ya unas semanas. Prácticamente al inicio del confinamiento. Creo por ello, que es bueno momento de publicar una nueva foto esta semana. Además, así voy dando salida a estas joyas, porque si no, va a parecer al final que soy el propietario de un desguace :-)

La foto que he elegido hoy tiene ya mucho tiempo. La historia de cómo conseguimos encontrar este bonito 600 tiene gracia. Una noche, Luis y yo quedamos para hacer salid de foto nocturna. Recuerdo que él tenía localizado un sitio que no estaba demasiado lejos (no más de media hora en coche) de donde él vivía, así que decidimos ver qué podíamos sacar de aquél lugar. Eran las ruinas de un viejo castillo al que se podía llegar tras una buena caminata. Lo cierto es que no fue la mejor de nuestras noches, y cuando ya volvíamos, cerca del aparcamiento, nos cruzamos con una patrulla de la Guardia Civil. Tras la conversación de rigor, que no recuerdo exactamente, pero que debió de ser algo así como:

- Buenas noches, ¿podrían decir qué hacen por aquí a estas horas?
- Buenas noches. Estamos haciendo fotos.
- Claro, a las 2 de la mañana
- Que sí, mire (momento en que enseñas las fotos y, tras mirar el coche patrulla, les enseñas también fotos de coches hechas en otras quedadas nocturnas).

Tras la cara de alucine de la pareja de guardia civiles, y viendo que ya se relajaban (no necesitaron echarse mano a la pistolera, como sé que les pasó a unos que yo me sé), nos tiramos el rollo y les propusimos hacerle fotos similares a su coche patrulla. Muy majos ellos, les pareció buena idea, y tras un rato haciendo fotos al todo-terreno, a uno de ellos se le enciende la bombilla y nos dice algo así como: "Oye, pues nosotros sabemos dónde hay un coche del tipo que vais buscando. Os llevamos si queréis".

En ese momento la cara de alucine fue de Luis y mía. ¿Cómo dejar pasar una oportunidad así? Aceptamos su propuesta, montamos cada uno en nuestros coche, y nos llevaron hasta donde había un bonito (ya me entendéis) 600 de color verde, hecho polvo, y escondido entre unos árboles.

Tras darles las gracias y ellos marcharse, decidimos que por las horas, no era el mejor momento para ponerse a hacer fotos, así que decidimos dejarlo para otro día. Luis tomó buena nota de dónde se encontraba este coche, sabiendo que era difícil que en las próximas semanas decidieran llevárselo.

Así que otro día volvimos. Y allí estaba, escondido en la noche como un sapito. De las fotos que sacamos, la que más me gusta es esta que hoy podéis ver. Para sacar esta foto usé un objetivo de 14mm. Un objetivo con estas características te permite pegarte mucho al elemento que quieres fotografiar y conseguir un efecto más llamativo.

En cuanto a la iluminación, toda la exterior la hicimos con linterna cálida. La principal, lo suficientemente pegados al vehículo para poder sacar las formas y volúmenes producidos por los diferentes golpes de la chapa, y, por supuesto, luz cálida también para los faros del coche. Por último, un flash de mano con un gel rojo que colocamos en el interior del vehículo y disparamos durante el tiempo de exposición.

Y/ poco más. Un coche más para la colección, y que hoy, varios años después, saco del desguace :-)

Espero que os haya gustado. Como siempre, cualquier pregunta que tengáis sobre la realización de la foto, no dudéis en preguntármela, y os responderé lo antes posible.

¡Hasta pronto!

Los datos EXIF:

mara: Canon 6D 
Focal: 14 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/8
ISO: 800




jueves, 9 de abril de 2020

Acero oxidable

No hace 2 meses desde mi última entrada en este blog, pero tengo la sensación de que ha pasado mucho más tiempo. Imagino que la intensidad de las últimas semanas habrán tenido mucho que ver... si no todo.

cuarta semana de confinamiento por culpa del coronavirus Covid-19. Cuarta semana sin poder salir de casa, y según anunció el Gobierno hace unos días, aún quedan, como poco, otras 2. Y como no hay que salir de casa, toca tirar de archivo.

La foto que hoy os voy a enseñar fue sacada hace... no sé, hace ya tiempo :-) Aquella noche quedamos Felipe y yo. El plan inicial se vino un poco abajo, pero recordando que un compañero del mundo de la fotografía nocturna, Álvaro Coleto, conocía la zona por la que estábamos, le dimos un toque. Y Álvaro se tiró el rollo (¡muchas gracias, Álvaro!), y nos habló de 2 ó 3 sitios no muy lejos de donde nos hallábamos, entre ellos, un antiguo SEAT 600. Como era pronto (ventajas de la fotografía nocturna en invierno, pues anochece antes), pensamos que podríamos tener tiempo para poder ir a, al menos, 2 sitios. El primero que elegimos fue este bonito coche.

Con las indicaciones que Álvaro nos dio no fue difícil de encontrar el cacharro. Nuestra duda era si podríamos trabajar bien la foto, pues le llegaba algo de contaminación lumínica de los chalets que no había demasiado lejos. Por ello, lo primero que decidimos fue que tendríamos que cerrar mucho el diafragma para poder controlar nosotros la luz que queríamos que el coche recibiera. Luz aportada por nosotros. Luz controlada por nosotros. Además, cerrar el diafragma iba a ayudar a que el coche saliera completamente enfocado, a pesar de que estaríamos muy cerca del coche. En situaciones así, conseguir que toda la escena esté en foco se complica salvo que hagas uso de la hiperfocal. Y, como seguro que todos, o casi todos conocéis, uno de los factores que influye en la hiperfocal, y en conseguir que su valor sea mayor, es el diafragma. Cuanto menor sea la apertura del diafragma, mayor será la profundidad de campo conseguida.

Así que plantamos trípode, enfocamos y pensamos en cómo iluminar la escena. Para esta foto decidimos combinar linterna cálida con linterna fría. Muchas veces nos es recomendable usar esta combinación, pues, la elección del balance de blancos puede complicarse. Si ajustas el balance de blancos pensando en iluminación con linterna cálida, encontrarás que todo lo que ilumines con linterna fría tomará un tono azulado. Por el contrario si lo ajustas pensando en iluminación con linterna fría, encontrarás que aquello que tengas iluminado con linterna cálida tomará una intensidad mayor y un tono más anaranjado. Este último efecto puede resultar bastante llamativo, y en fotos como la de hoy, en la que el interior del vehículo y el compartimento del motor fueron iluminados con linterna cálida, pueden dar buen resultado.

Así hicimos. Uno de los 2 se encargó de la linterna fría y el otro de la cálida. Tras varias pruebas de 30 segundos cada una ya teníamos la foto.

Una de las dificultados con la que nos encontramos, y que suele ser habitual en este tipo de fotos, es que al ser un objeto pequeño el que tiene que ser iluminado, es fácil tener que pasar por delante de la cámara cuando estás iluminando. Por ello hay que poner especial cuidado e, incluso, iluminar por tiempos, y no todos a la vez, para no entorpecerse.

Y poco más puedo contarte de esta foto. Como siempre, si tienes alguna duda sobre cómo la hicimos, siéntete libre para preguntar, y te responderé lo antes posible.

¡Hasta pronto!

Los datos EXIF:

mara: Canon 6D

Focal: 14 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/8
ISO: 500


martes, 11 de febrero de 2020

Pastor de nubes

¡Hola!

No sé si os pasará lo mismo que a mí, pero muchas veces, cuando haces una foto, no terminas de estar contento con el resultado. Llegas a casa sabiendo que es casi seguro que el material que tienes no te va a convencer, abres tu foto con tu programa de edición y... efectivamente, la foto no hay por dónde cogerla.

Son muchas las veces que he tenido que volver a un sitio para poder irme contento con las fotos que he obtenido. Dos, tres, y hasta más veces (todo depende de lo lejos que esté el lugar) he tenido que volver a un sitio cuando he pensado que de ese sitio podía sacar más de lo que me llevaba en mis tarjetas de memoria.

El sitio en el que hicimos la foto que esta noche os traigo fue necesario visitarlo 2 veces. No está mal, la verdad. La primera vez creo que la iluminación se nos dio bastante bien. Cuanta más gente haya para iluminar un sitio (siempre con un número máximo razonable), más fácil y rápido será dar con la tecla. En aquella ocasión éramos 3 personas. Más que suficiente para iluminar de la forma en que queríamos. Sin embargo las condiciones en cuanto a cielo no fueron las óptimas, y la foto, aunque creo que bien realizada, no me dio la sensación de que pudiera ser especialmente llamativa. Así que habría que volver.

En esta ocasión sólo estábamos Felipe yo, y sabíamos que íbamos a tener una importante limitación, pues ya conocíamos el sitio, y sabíamos que 2 personas se las iban a ver y a desear para sacar la foto que buscábamos.

Aquella tarde empezaba bien. La previsión sobre el cielo que podríamos tener era suficientemente buena como para que nos desplazáramos hasta allí, así que decidimos ir. Pensamos que posiblemente esa noche podríamos llevarnos a casa lo que no pudimos la vez anterior. Por el camino vimos que el cielo tenía muy buen aspecto lo que alimentaba nuestras esperanzas. Pero según íbamos acercándonos al lugar, la cosa se fue poniendo fea. Las nubes empezaban a desaparecer, y nos temíamos lo peor: una tercera visita se vislumbraba en el horizonte.

Efectivamente, cuando llegamos hasta lo alto del monte en el que estaba la ermita, nuestros mayores temores se confirmaron. Un cielo prácticamente despejado. Digo prácticamente porque a lo lejos se podía ver una aspirante a nube que no tenía pinta de que pudiera servirnos para nada.

Felipe y yo nos miramos con cara de "y ahora... ¿qué?". Pero estábamos allí. No íbamos a marcharnos sin ni siquiera sacar las cámaras de nuestras mochilas. Así que tranquilamente sacamos nuestros equipos, montamos los trípodes e intentamos encontrar un encuadre en el que nuestra amiga la aspirante a nube pudiera darle algo de gracia a la foto. Con los primeros disparos no vimos nada. Yo me fui a buscar otro encuadre para ver si la cosa mejoraba... nada. Esa noche no iba a ser la nuestra. En un momento determinado, Felipe me llamó. Me dijo que que fuera donde inicialmente queríamos hacer foto. Volví, planté el trípode y disparé. Pensé, "bueno, la cosa se ve mejor". Aquella aspirante a nube se estaba colocando encima de la ermita y no pintaba la cosa del todo mal. 

Pero lo mejor de todo es que detrás de esa nube, y muy pegada a ella, apareció otra nube con una forma que parecía un ejército de pequeñas nubes. Esto sí tenía muy buen aspecto, sí señor. Hicimos pruebas para ajustar parámetros. Inicialmente tiramos fotos a 30 segundos. No estaba mal el resultado, pero, curiosamente, lo que veíamos en vivo era mucho mejor que lo que veíamos en las pantallas de nuestras cámaras. Así que decidimos cambiar el guión. "¿Y si disparáramos a 8 segundos?" , pensamos. Hicimos la prueba, y la comparación con la anterior foto no tenía color. Ahora bien, éramos sólo 2, y el esquema que teníamos en mente, el que más nos gustaba, resultaba imposible de realizar por 2 personas. Uno de los 2 debía estar dedicado a hacer de modelo en el centro de la ermita sosteniendo una linterna, y el otro debía, no sólo encargarse de dar la luz exterior, para sacar volumen y nitidez a las paredes exteriores, sino también ayudar con la iluminación desde dentro. Aun así, intentamos hacer alguna prueba, pero claramente era imposible, así que tomamos la determinación de dividir la iluminación en 2 partes. Por un lado hicimos una foto sin la ayuda de la luz interior, y por otro lado hicimos una segunda centrándonos en la iluminación del interior de la ermita. La foto final no sería el resultado de una única toma, sí, pero sí sería el resultado de una iluminación hecha por completo por nosotros. Sé que esto puede abrir un debate con gente a favor, y gente en contra, y es normal. Yo tengo mi propia opinión al respecto. Quizá algún día  la explique y la desarrolle como es debido.

En fin, el resultado final es el que hoy podéis observar. Creo que por fin conseguimos el tipo de foto que íbamos buscando. Una imagen que nos llamara la atención. Que nos hiciera irnos satisfechos a casa con un trabajo, pienso, bien realizado. Nos fuimos contentos con los encuadres que utilizamos, y, sobre todo, con algo que el fotógrafo nocturno que suele usar luces para sus fotos puede controlar en mayor o menor medida: la forma de iluminar. Y creo que ésto, la forma de iluminar, es lo que marca que una foto de este tipo guste más o guste menos. Es por este motivo por el que tanto yo, como mi amigo y compañero de Luces del Pasado, Felipe, le damos tanta importancia a la iluminación, y repetimos y repetimos una toma hasta conseguir una luz que nos guste. Si luego las condiciones meteorológicas quieren acompañar, mejor que mejor. Pero esto, las condiciones meteorológicas, es algo que nosotros no podemos controlar. El resto sí, en mayor o menos medida.

La noche dio 2 encuadres más, pero eso se queda para otro día. Hasta entonces, espero que ésta os guste.

Como siempre, cualquier pregunta sobre la foto, no dudéis en hacerla. Os responderé lo antes posible.

¡Hasta pronto!

Los datos EXIF:

mara: Canon 5D Mark IV 

Focal: 16 mm 
Exposición: 8 sg 
Apertura: f/4
ISO: 3200


miércoles, 5 de febrero de 2020

El visitante

Durante mis últimas vacaciones de verano estuve recorriendo Irlanda. Durante 2 semanas tuve la oportunidad de conocer tanto parte de la República de Irlanda, como de Irlanda del Norte. En esta última, había varios sitios que tenía marcados como sitios que deseaba visitar. En concreto, uno de ellos era un lugar al cual un compañero de trabajo me recomendó no ir, pues, según él, me llevaría una gran desilusión. Teniendo en cuenta que este mismo compañero opina que viajar a Islandia sólo por ver la aurora boreal no merece la pena, cuando me hizo aquella recomendación, tuve claro que había que ir a ese sitio, sí, o sí (Imanol, si algún día lees esta entrada... tío, con cariño ;-) ).

Para ser justos, debo decir que de la desilusión que este hombre se llevó tuvo gran culpa que en la época en la que él viajó allí, principios de enero (alma de cántaro, ¡cómo se te ocurre...!), los árboles poblados con hojas verdes de diferentes tonalidades se habían convertido en esqueletos de madera más propios de una escena de Halloween.

Por suerte, como digo, no hice caso a Imanol y pude conocer uno de los lugares que más llamaron mi atención de Irlanda del Norte. Para los que aún no sabéis de qué lugar os hablo, me estoy refiriendo a The Dark Hedges, una carretera de no más de 1 km de longitud que tiene plantadas, a ambos lados, una impresionante colección de hayas. Y, como no podía ser de otra forma en Irlanda, es un lugar que también tiene su leyenda. Se dice que muchas noches se puede ver el espíritu de una dama (the Grey Lady) moviéndose de árbol en árbol. Muchos dicen que se trata del espíritu de Cross Peggy, una de las hijas de James Stuart, el dueño de la mansión Gracehill, y quien mandó plantar las hayas del camino que da acceso a esta mansión. Otros dicen que se trata del alma de una criada de una casa cercana y que murió misteriosamente. De cualquier forma, desde que, organizando el viaje, supe de la existencia de este lugar, tuve claro que este sitio tenía que ser visitado. Y tenía claro que una de las fotos nocturnas del viaje se haría allí... viniera el espíritu de quien viniera a hacer una visita.

Como dato informativo, puedo contar, para los seguidores de la serie Juego de Tronos, que este lugar es lo que en un episodio llamaron El camino del Rey

De este sitio, de los Dark Hedges había visto bastantes fotos, algunas de ellas, incluso, nocturnas, por lo que contaba con que posiblemente podría haber personas en el sitio cuando llegáramos al lugar. Mi sorpresa fue cuando al llegar pudimos comprobar que no había ni un alma. Bueno, quiero decir que no había nadie. Esto, junto a que la carretera de los Dark Hedges es una carretera cerrada al público, y por la que sólo pueden pasar en coche las personas que viven en la zona, hacía ver que era posible que no nos encontráramos con nadie allí. Así que me puse a pensar cómo quería hacer la foto. Pensé que podría quedar bien una fórmula que ya había utilizado y que consistía en situar un modelo en el centro de la carretera e intentar sacar sombras lo más rectas y simétricas posible formadas a partir de las piernas del modelo.

Para ello, tras colocar el trípode y la modelo lo más centrados posibles, coloqué el disparador de la cámara ajustando un tiempo de retardo que me permitiera llegar hasta detrás de donde estaba el modelo, y con una linterna blanca de alta potencia, iluminar a la modelo por detrás, apuntando en dirección a la cámara. Esto no es fácil, pues es necesario iluminar en el punto exacto, de forma que la linterna no debe verse, y las sombras deben salir lo más paralelas posible. Tras varias pruebas ,lo conseguimos :-)

La anécdota de la noche la puso un coche que apareció en la carretera, justo detrás de la cámara en el momento en que íbamos a empezar la foto. Os pongo en contexto. Oscuridad absoluta, un trípode con una cámara en el medio de una carretera, y a unos 100 metros, una modelo y un servidor esperando escuchar el obturador abriéndose. Sin embargo lo que escuchamos fue el ruido del motor de un vehículo que entró en el camino y que se dirigía hacia mi trípode. Hacía años, muchos años que no esprintaba tan rápidamente como lo hice esa noche. De no haberlo hecho, muy posiblemente hoy no podría hablar de esta foto y en una temporada larga no tendría cámara para hacer fotos de las que hablar. 

Una vez conseguimos la foto, recogimos y nos fuimos a dormir. Objetivo logrado en un sitio más que espectacular.

Y poco más puedo contar sobre esta foto. Pero si tenéis alguna pregunta, por favor no dudéis en hacerla. Yo os responderé lo antes posible.

Espero que os guste. Como siempre, si te ha gustado el artículo y no quieres perderte ninguno, sigue este blog (enlace en la página principal), y recibe un correo cada vez que haya una nueva publicación. Muchas gracias por vuestra atención, y

¡Hasta la próxima!

Los datos EXIF:

mara: Canon 6D 

Focal: 50 mm 
Exposición: 45 sg 
Apertura: f/8
ISO: 12800