• Siguenos en Flickr
  • Siguenos en Blogger

martes, 26 de noviembre de 2019

Mystic Mountain

Cuando el 2015 hice mi primer viaje a Islandia con César y Javier Vega, uno de los puntos que teníamos marcados en el recorrido que íbamos a hacer era una montaña de la cual no había visto muchas fotos, pero que las que encontré me dieron idea de lo espectacular del lugar.

En ese viaje, el día, o mejor dicho, la noche que estuvimos cerca del lugar, no se dieron las mejores condiciones para sacar ninguna foto decente. Mucha lluvia, y cielo plomizo que hizo que esa noche las cámaras estuvieran más tiempo dentro de la mochila que fuera.

Durante mi tercer y cuarto viaje (en el segundo no estuve por esa zona) tampoco tuvimos suerte, pero por motivos diferentes. En una ocasión el cielo no nos quiso acompañar, y en la siguiente, no sólo no acompañó, sino que, como tuvimos ausencia completa de cualquier luz, la montaña aparecía en las fotos como una silueta negra con bastante poco interés.

Así que a la tercera no fue la vencida, pero otro dicho español se abrió paso, y como no hay quinto malo, en mi quinto viaje a este maravilloso país volví a pasar por allí, y esta vez me llevé foto. ¡Vaya si me la llevé! Dejadme que os cuente cómo fue aquella maravillosa noche.

Durante los quince días que estuvimos recorriendo Islandia teníamos decidido que una de las noches tendríamos que dedicarla a esa zona, con intención de sacar fotos de esta curiosa montaña. En esta ocasión, queríamos que hubiera luz de luna, lo cual es importante si quieres sacar una fotografía nocturna de una montaña como ésta, pues, debido a que es muy, muy oscura, si no hay luz, será muy complicado obtener fotos en condiciones de ella. Para mi gusto, para esa noche íbamos a tener demasiada luz de luna. Recuerdo que la luna daría, aproximadamente, un 85% del total posible, lo cual, acompañado de que las predicciones daban una aurora con un KP de aproximadamente 4, me hizo pensar que podríamos ver la luz verde, pero no con la intensidad que nos habría gustado.

Esa tarde cenamos relativamente pronto en el hotel en el que estábamos alojados. No teníamos planificado hacer mucho por aquella zona, salvo las posibles fotos nocturnas que pudieran darse, así que habíamos decidido tomárnoslo con tranquilidad. Preparamos las cámaras, trípodes, y nos fuimos al restaurante. Yo no tenía esperanzas en conseguir muy buenas fotos, todo sea dicho. Recuerdo que, curiosamente, un camarero del hotel nos dijo que la mejor aurora que él había visto había sido con luna llena. Poco tiempo después íbamos a tener la oportunidad de descubrir si nosotros tendríamos una suerte parecida.

Cuando estaba disfrutando de una deliciosa pasta con salsa ligeramente picante, la recepcionista del hotel, con la que habíamos estado hablando minutos antes, pues era una agradable chica catalana que llevaba tiempo trabajando allí, entró en el comedor, se acercó a nuestra mesa y tranquilamente dijo:

- La aurora está saliendo

Fue una lástima dejar la mitad del plato de pasta sobre la mesa, pero deliciosos platos de pasta iba a  poder comerlos en Madrid, mientras que auroras... auroras sólo iba a verlas en ese viaje.

Salimos del comedor directos al coche. Cuando atravesamos la puerta del hotel, decenas de turistas de diferentes nacionalidades, estaban en el parking del hotel miraban al cielo maravillados. Y puedo entenderlo. Un resplandor verde podía verse por encima del horizonte. Sin embargo, nosotros no teníamos pensado quedarnos allí a observar ese resplandor. Teníamos que ir a ver la montaña por la cual estábamos allí.

Cogimos el coche y nos dirigimos al sitio donde dejaríamos el vehículo, justo debajo de la montaña. Cuando llegamos, se podía ver el resplandor que habíamos visto antes. Anduvimos hasta el punto que más nos interesaba: una zona anegada, posiblemente por lluvias recientes, y donde esperaba poder sacar algún reflejo.

Estuvimos esperando un rato. El ligero resplandor parecía tomar intensidad, pero de nuevo su fuerza volvía a bajar. Mientras tanto, estuvimos probando diferentes encuadres, haciendo tiempo no sabíamos muy bien para qué. De pronto, a nuestra derecha, pudimos ver algo así como una llama verde saliendo del horizonte. Esa llama empezó a hacerse más y más grande, y empezó a subir más y más al mismo ritmo que nuestros ojos se abrían como platos. Llegó un momento en que esa llama verde, cada vez más intensa, pasó por encima de nuestras cabezas y acabó en el oeste. Y bailó, y bailó. Se colocó detrás de la montaña. Ése era el momento de empezar a hacer la foto que tenía en mente. La idea era hacer una panorámica colocando un modelo en el centro de la foto, mirando hacia la montaña mientras la aurora se movía por encima y detrás de la misma.

Repetimos la foto 3 ó 4 veces aprovechando el tiempo que la aurora se quedó con nosotros. Tiempo suficiente para hacer fotos, y también para poder disfrutarla. Porque, no hay que olvidarlo. Fotografiar la aurora boreal es genial. Es fantástico. Traerte en tu tarjeta de memoria la aurora boreal es un gran regalo, qué duda cabe. Pero mejor que fotografiarla es verla, observarla, ver cómo baila en el cielo. Como dice Javier de la Torre, uno de los grandes fotógrafos de paisaje: "Lo que importa no  es hacer la foto. Lo que realmente importa es estar allí para hacer la foto". No puedo estar más de acuerdo. Tener un recuerdo en una tarjeta de memoria no sirve de nada si no tienes el recuerdo en tu retina. Si no eres capaz de recordar, pasado un tiempo, lo que vivías en ese momento. Y en el caso de la aurora, hablo de cómo se movía, de cómo crecía, de cómo cambiaba de intensidad, de cómo variaba de color.

Esa noche yo me acosté sabiendo que había vivido otra noche inolvidable. Una más de todas las vividas en Islandia. Y tengo que claro que haré lo posible para que no sea la última.

Por último me gustaría comentarte que la foto que hoy estás viendo fue una de las 3 fotografías que este año envié al EPSON International PanoAwards y que, al igual que las otras 2, ha sido galardonada con medalla de bronce. No es un superpremio, pero, oye, tiene su gracia. Y, teniendo en cuenta que es la primera vez que envío fotos a este concurso, el simple reconocimiento, para mí, ha sido más que suficiente.

Ojalá te guste esta foto. Como de costumbre, cualquier pregunta que tengas sobre la foto, no dudes en hacérmela.

¡Hasta pronto!

mara: Canon 6D (7 fotos verticales)

Focal: 16 mm 
Exposición: 4 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 3200








2 comentarios:

  1. Qué pasada de foto Tomás. Se nota que lo disfrutaste. Y enhorabuena por el premio, pero como tú dices, el mejor premio es la experiencia de haber podido vivir ese momento en directo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias, Óscar! Disfruté, ¡y disfruté mucho! Islandia es un país del que es difícil no salir maravillado. Y sí, como tú dices, el premio está bien, pero la experiencia no la cambio por nada. Muchas gracias por pasarte y por tu comentario. Un abrazo

      Eliminar