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martes, 14 de enero de 2020

El enfado de los muertos

La entrada de esta semana quiero empezarla con unas preguntas. ¿Crees en los fenómenos paranormales? ¿Crees que hay fuerzas que se escapan a nuestro entendimiento? No, no se me ha ido la pinza, ni estás en el blog de Cuarto Milenio. Sigue leyendo y verás el porqué de mis preguntas.

En 2019 pasé mis vacaciones de verano en Irlanda. Un país sobre el que no tenía muy claro qué era lo que me iba a encontrar, pero que, poco a poco, y según iba buscando y encontrando información, empezaba a gustarme.

Sobre la República de Irlanda e Irlanda del Norte realmente no conocía demasiado. Sabía que llueve mucho (por lo que hay verde por todos sitios), que la gente es especialmente cercana y amable, que hay que visitar los acantilados de Moher y la Calzada del Gigante, que hay muchos pubs donde todos los días tocan música en directo, y algunas cosas más.

Pero sobre lo que no tenía mucha idea era sobre la cantidad de sitios impresionantes, naturales y creados por el hombre, que hay en esta isla.

Quizá mi escasa atracción inicial por este país se pudiera deber a que no hay tanta información dada por fotógrafos de paisajes como puede haber sobre otros países. Pero sacando un poco de aquí y otro poco de allá, e, incluso, leyendo alguno de  esos pocos artículos que encontré por la red, de fotógrafos a los que admiro, como Juan José García-Vaquero (con quien me puse en contacto para resolver alguna duda), y otros amigos fotógrafos, como Luis Ricardo Fraile (quien me dio valiosísima información), pude hacer una lista de objetivos, algunos más fotográficos que otros, que poder visitar. Al final no fue posible visitar otros, pues 2 semanas en la isla dan para mucho menos de lo que yo pensaba.

Uno de los objetivos que había que visitar, sí o sí, es este dolmen, el llamado dolmen de Poulnabrone, en la parte occidental de la isla, no muy lejos de los acantilados de Moher.

Para la noche en que estaba planeado visitar el dolmen la previsión iba a ser de cielo con nubes y sin luna. Pintaba bien. Otra cosa es que se fuera a cumplir, pero eso hasta que no se pusiera el sol no iba a saberse. El plan para ese día pasó por visitar por la mañana el dolmen. Había que ver el sitio con luz de sol, y comprobar cómo de fácil sería hacer fotos nocturnas. ¿Había algún foco de luz artificial cerca? ¿Alguna población cercana? ¿El acceso era fácil? Éstas no son manías personales, sino que es realmente importante tenerlo en cuenta si quieres hacer una foto nocturna de algún lugar susceptible de tener luces o contaminación lumínica cerca.

Resueltas las dudas, y sabiendo que no habría problemas ni de acceso al lugar ni de esas luces no deseadas cerca, nos fuimos del lugar teniendo claro que por la noche ya había plan.

La previsión meteorológica no falló y las nubes hicieron acto de presencia. Así que cuando la oscuridad era total allí me encontraba plantando el trípode dispuesto a sacar mi primera fotografía nocturna. Las primeras tomas fueron solamente para obtener los mejores parámetros de luz del cielo. Ya con estas pruebas pude comprobar que el cielo me iba a regalar justo lo que iba buscando: una fuga de nubes que me resultase atractiva.

Cuando ya tuve decididos los parámetros tocaba volver a repetir la foto, pero esta vez iluminando la escena. Las primeras tomas, entre las cuales está la que ahora veis, sólo iluminé el dolmen por fuera y el suelo. Me gustaba lo que veía en el visor. Así que llegado el momento, decidí iluminar el interior. Y debo decir que no sé si fue una gran idea... Dejadme contaros a qué viene esto.

Entre mi equipo fotográfico, aparte de cámara, objetivos, filtros, etc, llevo material específico para iluminación, pues, como quizá algunos sabéis, y si no, lo supondréis por la naturaleza del blog en el que os encontráis, mi mayor porfolio está formado por fotografía nocturna. Es el tipo de fotografía con el que más disfruto. Por tanto, en mi mochila llevo varios tipos de linternas: 3 ó 4 cálidas y 2 ó 3 frías.

Como os he comentado, las primeras fotos en las que hice uso de mis linternas, sólo iluminé el dolmen por fuera (por cierto, iluminación con luz blanca). Por este motivo, no fue necesario acercarse mucho a la estructura. Simplemente iluminando desde un lateral y repartiendo luz suavemente fue más que suficiente. Sin embargo, para poder iluminar el interior tuve que acercarme más a la estructura funeraria con intención de sacar luz cálida desde el interior. Y lo que pasó fue algo a lo que aún no puedo dar una explicación con sentido. 

Disparador puesto, 30 segundos configurados, y en el momento en que suena la apertura del obturador, encendí una de mis linternas cálidas y empiezo a iluminar. Cuando sólo llevaba unos pocos segundos, esa linterna se apagó. Pensé "bueno momento para apagarte". Volví a repetir la prueba cuando, tras cambiar las pilas, por si acaso, constaté que la linterna volvía a encenderse. Y, nuevamente, la linterna empezó a hacer cosas raras. Se apagaba, se encendía... Vaya, esta linterna está rota, pensé. Cogí otra linterna de las mismas características... y también empezó a hacer cosas raras. Cuando digo cosas raras quiero decir que sin aparentemente hacer nada especial, la linterna se apagaba y sólo se encendía al yo agitarla... pero volvía a apagarse cuando yo pretendía hacer la foto. ¿Las 2 linternas rotas? Podía ser. Aunque no se trataba de 2 linternas... sino de 3. Cuando intenté hacer la iluminación interior, también aproveché para hacer la exterior de un lateral con mi linterna blanca. ¿Os imagináis qué pasó con esta linterna? Sí, efectivamente, se apagó cuando intenté iluminar el exterior estando muy cerca del dolmen. 

Estuve un buen rato pegándome con 3 linternas que hasta esa noche nunca habían hecho cosas raras, hasta que, a trancas y a barrancas, conseguí iluminar como quería y poder llevarme la foto que buscaba. A otra cosa no sé, pero a cabezota no se me gana tan fácilmente :-P.

Mirad, yo no creo demasiado en cosas raras, fenómenos paranormales, etc. Si creyera en ello, ¿pensáis que podría irme a un sitio apartado de todo yo sólo a hacer fotografía nocturna? Pero os aseguro que aquello que viví allí fue bastante extraño.

Cuando terminé mis fotos, recogí, me fui al coche y le di vueltas a lo que había pasado. Lo cierto es que hasta hoy no he vuelto a pensar en aquella noche. Y, como imaginaréis, sigo sin saber por qué fallaron aquellas linternas. Y, como también imaginaréis, sigo haciendo fotografía nocturna, iluminando con mis queridas linternas... que siguen funcionando como el primer día ;-)

Y vosotros, ¿habéis tenido alguna experiencia fotográfica difícil de explicar?

Espero que la foto os haya gustado. La semana que viene, más. Hasta entonces, un abrazo.

mara: Canon 6D

Focal: 14 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 800




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