Ya
sabéis lo que me gustan los vehículos en fotografía nocturna. Creo que es de lo
que más me gusta porque es de lo que mejor refleja el trabajo de iluminación realizado sobre ellos.
Si sigues
este blog y recuerdas alguna de las fotos de vehículos que he subido habrás podido
comprobar que todas tienen algunas cosas en común: decadencia, ruina, abandono.
Todos son vehículos que en mayor o menor medida están tan deteriorados que es
prácticamente imposible sacarles partido para otra cosa que no sea chatarra.
Bueno, o para darles luz con una linterna...
De hecho, para nosotros, cuanto mayor sea el estado de deterioro, mejor. Cuanto
más destrozado e inutilizable se encuentre, más partido le sacaremos. Ahora
bien, todo hasta un cierto límite. Esto lo digo porque creo que el coche que
aquella noche retratamos es el padre de los coches destrozados con los que nos hemos encontrado. El estado en que se encontraba era tal que cuando lo vi de día me
pregunté si realmente podríamos conseguir esa noche que ese montón de chatarra
quemada y destrozada pareciera un coche. Pero ya que lo habíamos encontrado,
había que intentarlo, ¿no crees?
La
tarde en la que Felipe y yo quedamos era la de un día cuya previsión nocturna
era de cielos despejados. Si conoces mis gustos fotográficos, sabrás
que los cielos despejados sólo me gustan, bien para sacar la vía Láctea,
bien para auroras boreales. Pero como apetecía hacer fotografía
nocturna, le dimos un poco al coco para ver qué podíamos hacer sin que el cielo
nos fastidiara el plan. Nos acordamos de una localización en la que había un
coche metido en un recinto cerrado, por lo que podríamos olvidarnos del cielo y
centrarnos en iluminar el coche y, si merecía la pena, el recinto en el que el
vehículo se encontraba.
Recogí
a Felipe pronto. La idea era llegar con tiempo a la zona para inspeccionarla en
condiciones y localizar el coche, pues ni él ni yo habíamos estado antes y no
sabíamos de las dificultades para encontrar a la que sería nuestra nueva víctima
nocturna.
Como
imaginábamos, llegar hasta el coche (el que no funciona) desde el punto en que
debíamos dejar el coche (el que sí funciona) no iba a ser cosa de varios pasos, pero con lo que no contábamos era con encontrarnos con
caminos con puertas cerradas. Por ello tuvimos que ingeniárnoslas para
encontrar un punto en el que dejar nuestro vehículo y que estuviera lo más cerca posible de nuestro destino. Así hicimos y, 15-20 minutos más tarde nos
estábamos bajando de nuestro coche con GPS en mano dispuestos a hacer la (según como se mire) poca distancia que nos indicaba el navegador que había hasta el cacharro. Lo
que no imaginábamos era que el camino hasta allí sería poco explorado y, lo que
es peor, con pendiente alta.
Decidimos
ir sin mochilas pues era muy pronto y lo único que podríamos hacer a esas horas
era inspeccionar el terreno y confirmar si merecía la pena o no nuestro viaje.
Fue
pesado, bastante pesado llegar. Pero finalmente lo hicimos y encontramos el
montón de chatarra. El bicho en cuestión estaba en una especie de garaje. Imagino que
hacía muchos años que debió de ser abandonado allí. Tras revisarlo decidimos que esa noche habría linternas iluminándolo.
Media hora mas tarde estábamos desandando nuestros pasos. Una vez abajo pensamos que sería buena idea ir a tomar algo mientras esperábamos a que anocheciera. Lo cierto es que sentados en una terraza picando algo se hacía duro pensar en volver de nuevo hasta donde estaba nuestro preciado descubrimiento, pero era a lo que habíamos ido, y una vez vencida la pereza, nos pusimos de nuevo en camino.
Curiosamente la subida se hizo menos dura que por la tarde. Quizá porque sabíamos lo que íbamos a encontrarnos y que algo bueno podríamos llevarnos a casa. Cuando llegamos, no tardamos mucho en ponernos manos a la obra. Primero un encuadre, luego otro, y luego otro. Con distintas focales: 16 y 14 mm. No teníamos prisa y queríamos explotar lo que ese cacharro podía darnos.
La iluminación que elegimos para este viejo coche fue fría, salvo para los faros, para los cuales elegimos linternas cálidas. Nos repartimos el trabajo. Uno se encargaría de iluminar los faros y una de las paredes, y el otro de la carrocería del coche y de ayudar con otra de las paredes. Al principio hubo que hacer varias pruebas para poder pillar el punto adecuado de iluminación. Pero una vez conseguido prácticamente todas las tomas siguientes fueron válidas.
Estuvimos, si no recuerdo mal, más de 2 horas. Tres encuadres, cambios de cámaras y objetivos hacen que haya que emplear bastante tiempo, pero éste pasó volando. Es lo que tiene pasártelo bien y disfrutar. No eres consciente de lo rápidamente que los minutos se consumen.
Cuando nos sentimos satisfechos con lo que llevábamos en nuestras tarjetas recogimos y nos volvimos a nuestros coche. Ya teníamos lo que queríamos. El esfuerzo hecho había merecido la pena y ya podíamos dejar tranquilo a ese pobre 600. tanto él como nosotros nos habíamos ganado un merecido descanso.
Aquí acabó nuestra aventura nocturna. Como siempre, si tenéis dudas sobre cómo hicimos la foto, lanza tu pregunta y te responderé lo antes posible.
Gracias por tu atención, y ¡hasta pronto!
Los datos EXIF:
Cámara: Canon 6D
Focal: 16 mm
Exposición: 30 sg
Apertura: f/8
ISO: 400
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