Por motivos de trabajo, y porque las últimas semanas están siendo siendo, fotográficamente hablando, más activas de lo que estaba siendo habitual (cosa de la que me alegro), he tenido muy poco tiempo para preparar entradas en el blog, a pesar de tener fotos nocturnas que enseñaros.
Va a cumplirse un año del primero de los viajes que realicé durante 2018 a Navarra. Aunque hacía tiempo que tenía en mente viajar a esta tierra, fue a mediados de agosto cuando se me cruzaron los cables y decidí que tenía que ir allí, y que no podía dejar pasar más tiempo. En un principio tenía pensado viajar un viernes y pasar el fin de semana, pero después de ver la previsión meteorológica, decidí adelantar mi viaje un día, y un jueves hablé con mi jefe para decirle que el viernes necesitaba cogerme el día, y prácticamente al salir del trabajo puse rumbo a las Bardenas Reales. Creo que mi decisión fue más que acertada, pues el tiempo que allí pasé fue increíble.
La foto que os traigo hoy, sin embargo, no es de ese fin de semana, sino de otro en el que volví a viajar a Navarra tan solo 2 meses después. Aunque no se necesitan muchas excusas para viajar a esta tierra, lo cierto es que en mi primer viaje me quedé con una espinita clavada. Tenía muchas ganas de tener una foto de las Bardenas Reales con tormenta, y aunque en mi primer viaje pude conseguir algo, eso no me dejó satisfecho. Así que planifiqué mi segundo viaje, y un viernes en que daban cielos bastante cubiertos decidí volver a Navarra.
La noche del viernes pude comprobar que la previsión meteorológica no falló y sé que hice bien en viajar, pues tenía muchas ganas, aunque hubo un factor que yo sabía que me iba a perjudicar bastante a la hora de hacer la foto: había luna casi llena.
Los que me conocéis sabéis que no me gusta salir de fotos cuando hay bastante luna. Y, para mí, bastante luna es una luna descubierta en más de un 30-35% (aquella noche la luna debería estar en torno al 85%). ¿Por qué viajé entonces? Supongo que algo me decía que tenía que viajar allí, que todo iba a ir bien y, que, como ya he dicho en alguna ocasión, el que no arriesga, no gana.
Por otro lado, una luna fuerte podría venirme bien para iluminar el paisaje. En fin, que nuevamente viajé a Navarra. Cuando llegué a las Bardenas pude comprobar que la previsión no había fallado y las nubes que deseaba encontrar, allí estaban esperando. Por desgracia, la luna estaba en un punto en el que iluminaba el Castildetierra, no desde donde a mí me habría gustado, que sería a unos 90% de la línea que formaban mi trípode con la montaña, sino formando un ángulo de unos 45%, lo cual iba a impedir sacar perfectamente las texturas que esta preciosa maravilla natural tiene.
Sin embargo, no todo iba a ser malo. Las nubes decidieron moverse en la dirección en la que yo me encontraba, por lo que una exposición de varios segundos iba a enseñarme una fuga maravillosa que, sin duda, encajaría perfectamente en la foto.
Como podréis imaginar, en esta foto no fue necesario iluminar. Esa noche tenía conmigo la linterna más potente que puedo encontrar por la noche.
Creo que arriesgué e hice bien. No conseguí traerme la foto con tormenta que iba buscando, pero no importa. El viaje mereció la pena. No tengo la menor duda. En cuanto a esa foto, y alguna otra que tengo en mente, quizá pueda traérmela en algún otro viaje. Quién sabe.
Como siempre, si tenéis alguna duda, o queréis comentar algo sobre la foto, sed libres de hacerlo, y os responderé lo antes posible.
¡Hasta pronto!
Los datos EXIF:
Cámara: Canon 6D
Focal: 16 mm
Exposición: 29 sg
Apertura: f/4
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