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miércoles, 18 de octubre de 2017

Guardianes

Cuando sales a hacer fotografía nocturna suele ser recomendable tener una planificación de la foto: si quieres una foto en la que poder encuadrar la Vía Láctea, si quieres ir a fotografiar tormentas, si quieres un cielo estrellado sin nubes, si quieres una foto con o sin Luna... Además, es interesante también tener más o menos claro qué fotografía buscas en cuanto a aquello que pretendes fotografiar. Para ello, conocer de antemano aquello a lo que vas a hacerle foto, a través de fotografías, encontradas en internet o en cualquier otro medio, te ayudará a hacerte una idea de cómo es el sitio al que vas a desplazarte y, sin duda, a hacerte una composición de la foto que te gustaría hacer.

Bien, pues, a pesar de que esta planificación la hayas hecho lo más minuciosamente posible, a veces la foto que te llevas va a ser diferente de lo que tan al milímetro habías planificado. Y es que, en ocasiones, el escenario que te encuentras te ofrece posibilidades con las que inicialmente no contabas, pero que una vez que estás metido en la foto, van surgiendo.

Algo así pasó con esta foto. Desde hace años tenía pendiente visitar (o, mejor dicho, volver a visitar) este conocidísimo castillo. Mi primera foto, o intento de foto del mismo fue en el curso impartido por Mario Rubio al que asistí en 2013, y para cuyas prácticas nos desplazamos hasta este lugar. Como podéis imaginar, una foto de un curso es complicado que pueda ser una gran foto. Es complicado, sencillamente, porque a un curso vas a aprender. Además, hacer una fotografía con casi 20 cámaras en fila, e intentando iluminar para que las 20 fotos sean 20 buenas fotos, creedme, es muy complicado.

Más de una vez había visitado este castillo, el Castillo de Villa Paz, en Saelices. Había visto muchas fotos del mismo. Diurnas y nocturnas. Tenía más o menos claro en mi cabeza el encuadre que me gustaba, pero, por uno u otro motivo, no me había llevado nunca la foto como la quería. Esa noche quedamos Felipe y yo, y cuando llegamos al castillo las condiciones más o menos eran las que nos satisfacían. No era un cielo muy espectacular, la luna no estaba exactamente donde me habría gustado, pero podría valernos. Por fin iba a poder llevarme la foto que buscaba.

Así que llegamos al castillo, colocamos los trípodes y las cámaras y decidimos que yo me subiría a la torre de la derecha e iluminaría con flash y Felipe se encargaría de hacer la iluminación abajo. Hicimos varias tomas hasta conseguir la luz que queríamos, pero cuando ya teníamos la foto se me ocurrió probar a sacar una última en la que yo apareciera en una de las ventanas de la torre. Felipe debió de ver que le convencía cómo quedaba en las pantallas de las cámaras la aparición de una figura porque sin decirme nada, decidió hacer lo propio y colocarse él en la puerta de una de las 2 torres de abajo.

Cuando bajé y miré lo que mi cámara había registrado me di cuenta de que lo que última foto que hicimos me gustaba mucho más que la que habíamos hecho al principio, y por la cual había querido ir hasta allí.

En fin, esta es una de las partes positivas de la fotografía nocturna. Según vas haciendo una fotografía, van surgiendo ideas que, a veces pueden ser buenas y otras no tan buenas, a veces fáciles de ejecutar y otras no tanto, pero que añaden un plus más de diversión a esta modalidad fotográfica. Además de esto, darle al coco cuando estás haciendo tu foto, ayuda a que esa foto sea única, pues la idea, tu idea, es única.

Espero que os guste. ¡Hasta la próxima!

Los datos EXIF:

mara: Canon 6D 
Focal: 16 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 100



miércoles, 4 de octubre de 2017

El Viejo Molino

La fotografía que esta noche os traigo es muy especial para mí. Fue tomada hace unos meses, ya hace medio año, en la Semana Santa de 2017.

En esta ocasión no me acompañaron mis compañeros de Luces del Pasado. En esta ocasión mi compañera de fotografía nocturna fue la que lo ha sido en mis últimas aventuras fotográficas y en muchas otras más (y las que seguro aún están por llegar): Rosario.

Sin ser aficionada a la fotografía nocturna, y casi me atrevería a decir, a la fotografía en general, esa noche (y alguna otra más) aguantó sin una sola queja mis caprichos derivados de esta afición. Y no sólo eso. También participó activamente en la foto. Linterna en mano, se metió dentro del viejo molino y se encargó de la iluminación del interior y de sacar luz (si me lo permitís, de forma exquisita) por la puerta. Más adelante daré todos los detalles de la realización de la foto.

La fotografía está tomada en Murcia y se trata de un viejo molino del que, como podéis ver, poco queda. Sin embargo, cuando encontramos el molino en una ruta de búsqueda de posibles objetivos nocturnos, me pareció lo suficientemente atractivo como para hacerle una visita nocturna.

Así hicimos, y esa noche, a pesar de que no daban unos cielos espectaculares, salimos a fotografiarlo. Nuestra idea inicial fue usar luz cálida, pero en cuanto hicimos las primeras pruebas nos dimos cuenta de que esa elección no iba a ser buena. Así que decidimos probar con iluminación fría. La cosa cambió considerablemente. No necesitamos más de una prueba para comprobar que la iluminación fría iba a ser la iluminación ganadora esa noche.

Como sabéis, por usar luz fría lo normal es marcar en el balance de blancos un valor de temperatura de color fría, de forma que la cámara de fotos se encargue de "calentar" la luz fría que le llega. Esto hace que todo aparezca con un tono cálido. Esto lo podéis ver en el cielo, que aparece con un tono anaranjado.

Por tanto, como digo, esa noche la luz que marcaría la iluminación será la fría, y con linterna fría iluminamos el exterior del molino. Esta iluminación se hizo principalmente desde la derecha. Además, luz muy suave dada desde la izquierda.

Vamos con la iluminación interior. Según lo que he dicho hace un momento, las condiciones marcadas en la cámara hacían que toda la iluminación usada en esta fotografía estuviera hecha con luz fría. Sin embargo, para la luz del interior, hicimos un cambio en el guión.

En vez de usar luz blanca, que podría ser lo lógico ya que el balance de blancos estaba ajustado para trabajar con una iluminación blanca, lo que hicimos fue usar una linterna cálida. ¿Con qué fin? Como digo, lo más normal habría sido usar linterna fría. Con ello habríamos conseguido que la luz que ilumina el interior del molino y la que sale del mismo por la puerta tuviera una tonalidad ligeramente cálida, pues el balance de blancos usado calienta la luz blanca. Usando una linterna cálida, lo que hacemos es "calentar" más aún el tono cálido de la luz de la linterna, mostrándose finalmente con un tono muy cálido y por tanto, más llamativo.

Personalmente es una fórmula que, en según qué casos, creo que aporta a la foto, aunque en mi opinión no hay que abusar mucho de ello pues no siempre funciona bien y, por otro lado, nuestras fotos pueden llegar a tener la misma apariencia.

Posiblemente os preguntéis si la fórmula contraria podría funcionar igual. Es decir, ¿qué pasaría si usáramos iluminación fría (luz blanca) ajustando en la cámara un balance de blancos frío (alrededor de 3200K)? El efecto que obtendríamos sería el de enfriar más aún la luz blanca, tornándose ésta en azul. ¿Es esto útil? Pues más que preguntarse si es útil o no, quizá habría que preguntarse si este efecto resulta atractivo o no. Claro está, todo depende del caso en el que nos encontremos, pero, y esto es un gusto personal, a mí no me resulta especialmente atractivo. Pero, como digo, es un gusto personal

En resumen, linterna fría desde la derecha de la foto y un poco de luz desde la izquierda para contrarrestar esa luz, y linterna cálida desde el interior del molino. 

Por último, los datos EXIF de la foto. No olvidéis que si tenéis alguna sobre la foto, podéis preguntar.

Los datos EXIF:


mara: Canon 6D 

Focal: 14 mm 
Exposición: 8 sg 
Apertura: f/2,8

ISO: 2500