• Siguenos en Flickr
  • Siguenos en Blogger

martes, 9 de marzo de 2021

Outside In

En una época como la que estamos viviendo en la que fotográficamente hablando no tengo demasiado material, no queda otra que ponerse a buscar en el disco duro para intentar encontrar, o bien fotos a las que en un primer momento mandaste al paredón y hoy quieres volver a dar una segunda oportunidad, o bien fotos que tenías reservadas para algún momento especial, pero a las que, si esperas demasiado, les puede pasar como a los vinos: dejarlos reposar un tiempo está bien... pero sólo un tiempo.

La foto que hoy os traigo pertenece al segundo grupo. Una foto que nos gustó mucho en su momento y que fui dejando, fui dejando... Tanto la fui dejando que casi me había olvidado de ella. No, tanto como olvidarme no, pues ésta la tomamos entre Felipe, Luis y yo una noche que empezó casi como cualquier otra, pero que terminó muy diferente a ninguna otra.

El lugar es la ermita de San Isidro, en La Guardia (Toledo), y de la cual no queda mucho más que lo que podéis ver en la foto. Cuando llegamos al lugar, después de darle una vuelta por el exterior, y explorar el interior, decidimos que haríamos una foto desde fuera y otra desde dentro. Pero, para esta última pensamos en hacer una iluminación diferente. 

Lo habitual cuando te encuentras con una edificio, una casa abandonada, una torre, es sacar luz desde dentro y hacia afuera, simulando vida en el interior del edificio. Ahora bien, cuando entramos dentro y vimos el interior, con toda la vegetación que se había abierto paso dentro y, sobre todo, con lo que quedaba de un árbol grande que aún conservaba muchas de sus ramas, pensamos que, en esta ocasión, cambiaríamos el guion. Esta vez iluminaríamos desde fuera hacia dentro, metiendo luz hacia el interior del recinto. Esa noche la iluminación sería diferente. La idea nos gustó a los 3, aunque pensamos que no iba a ser suficiente. Hacer que entrara luz por esa puerta no iba a rellenar la foto, así que se nos ocurrió que el árbol que había dentro nos podría ayudar a crear un curioso efecto que ya habíamos probado en Valdenoceda hacía años: iluminar desde detrás de las ramas del árbol, de forma que las sombras que se producían quedaran plasmadas en el interior de las paredes de la ermita. 

Así que planté el trípode, busqué encuadre, y entre Luis y Felipe se repartieron los papeles de iluminación, hecha, como podéis imaginar si seguís con asiduidad este blog, con luz cálida y ajustando el balance blancos a una temperatura de 3200K para compensar el tono cálido de la luz aplicada. No fue necesario repetir la foto demasiado. El trabajo no era complicado, o eso nos pareció, aunque, claro, en equipo, el trabajo sale mejor ;-)

Además, el efecto conseguido desde la primera foto nos gustó, así que, ¿para qué hacer más variaciones?

Cuando estábamos cerca de irnos nos pasó algo que hizo que desde ese momento la conversación dejara de girar en torno a la foto que acabábamos de tomar. En un momento determinado me acerqué al coche, que habíamos dejado algo retirado de donde estaba la ermita. No recuerdo a qué fui, pero lo que sí recuerdo es lo que vi al volver. Felipe y Luis estaban comentando algo y cuando llegué hasta donde estaban ellos Felipe tenía una cara mezcla de susto y sorpresa. Cuando les pregunté qué había pasado, Felipe me contó lo siguiente:

- Mientras tú ibas al coche, nosotros salimos de la ermita y nos fuimos andando por el camino - dijo, señalando un camino que salía del campo y llegaba hasta la ermita - Yo iba delante, como mirando al suelo y, de pronto, tuve la sensación de como si me fuera a chocar contra algo. Esa típica sensación que tenemos cuando vamos despistados y sentimos que nos vamos a chocar con una pared. Me he parado de golpe y al levantar la vista he visto y he sentido como una especie de sombra enfrente de mí, pegada a mí, que se ha esfumado.

Segundos de silencio. Miradas.. Yo esperaba que Felipe se echara a reír y dijera "¡que no, hombre, que no!¡que es broma!"... pero no lo dijo. Es más, su cara seguía igual de seria y, como decía antes, la fotografía pasó a un segundo plano.

Pero no solo hablamos de lo que había pasado, sino también de una información que habíamos conocido esa tarde, la leyenda del Santo Niño de la Guardia, una historia según la cual varios siglos atrás un niño había sido raptado y torturado por varios judíos y judeoconversos en esta localidad, aunque no teníamos la completa seguridad de que el lugar donde la historia estaba basada fuera el lugar donde se había construido la ermita que habíamos visitado.

Años después, seguimos recordando esa noche. Y no deja de sorprenderme lo vivo que tiene Felipe el recuerdo de lo que sintió o de lo que vio. ¿Fue sugestión? ¿Realmente había algo? No tengo ni idea, pero sí sé que cuando Felipe habla de esto, deja las bromas aparte, porque fuese lo que fuese él sintió algo aquella noche.

Una foto a la que le tengo mucho cariño y que, ni la foto, ni la historia, podían quedarse en el baúl de fotos de mi ordenador.

Espero que os guste. Si tenéis preguntas o comentarios, por favor, no dudéis en hacérmelas llegar. 

¡Hasta pronto!


Los datos EXIF:

mara: Canon 6D
Focal: 14 mm 
Exposición: 15 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 1600




0 comentarios:

Publicar un comentario